Juventud, ¡divino tesoro!

Juventud, un relato, Joseph Conrad

Traducción de Amado Diéguez

Zenda – edhasa

97 pág.

 

En lo que se deduce que es una taberna están unos hombres tomándose unos tragos y entonces el único marino de ellos, Marlow, comienza a narrar la historia de su primer viaje a Oriente, de cómo se encontró por primera vez con tierras muy lejanas e impensadas que él, sin embargo, añoró con profundo deseo. Marlow era un jovencísimo aprendiz de marino cuando emprendió su hazaña y la aventura le dejó unas cuantas enseñanzas que él, como la voz narradora de este relato, enmascara en un buen puñado de metáforas marinas preciosas. No es azar que esto suceda así sin consideramos que Joseph Conrad fue miembro activo de la marina mercante inglesa como oficial y como capitán, por lo que le presta todo su acervo al respecto a Marlow para que se luzca.

En poquísimas páginas se condensa la vida misma. No hay otra forma de reseñar este libro, el oficio del marinero es sin duda el que más se acerca en muchas formas a la metáfora de la vida misma. Marlow sabe que su aventura de juventud fue en realidad el descubrimiento de cómo se disfruta llegar al destino cuando el camino – o el viaje en barco en este caso – ha sido turbulento, pleno de fracasos y frustraciones. Así lo dijo:

Como ya saben, parece que hay viajes que tienen por razón de ser la ilustración de la vida, y podrían tomarse como un símbolo de la existencia. Luchamos, trabajamos, sudamos, casi nos matamos, a veces en efecto nos matamos, intentando lograr algo… que no logramos.

 Juventud hace parte de una cuidada colección de libros clásicos de aventuras que publican en conjunto las editoriales Zenda y Edhasa, cada libro con prólogos brillantes de Arturo Pérez-Reverte e ilustraciones de Augusto Ferrer-Dalmau. Celebro con alegría estas iniciativas y quiero leerlos todos.

 

 

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