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Subrayar

Subrayar es el acto de resaltar en nuestra memoria lo que se marca con el lápiz sobre el libro. Los que leemos con lápiz en mano, y no tenemos miedo de dejar nuestra huella en el libro leído, buscamos algo tan sencillo como recolectar las pequeñas gemas que el autor ha dejado sueltas para que las agarremos. Lo que nos une a los subrayadores es la búsqueda incansable de la frase que es también aforismo o del párrafo que es también una instantánea.

Hace un tiempo se me ocurrió la idea de compartir en este espacio lo que subrayo mientras leo, pero con el tiempo se están uniendo más amigos que subrayan y que son tan generosos que me dejan compartir sus recortes de lecturas. Soy una afortunada, pues, de que Diego y Luis estén acá. Con Diego me unen incansables epistolarios cada ocho días y, por qué no decirlo así, también la distancia. Con Luis nos une el amor por las lecturas, el amor por Borges y nos separan tan solo unos cuantos escalones y lo que me tardo en subir a su oficina, en el mismo edificio de la misma empresa en donde ambos trabajamos. Como sea, estamos tejiendo una red con hilos hechos de palabras. Para verla, solo basta abrir las ventanas:

Subrayados de Luis Riveros P. 


Subrayados de Diego Aristizábal  


Subrayados de Laura

Lecturas de 2015

Me antojé de escribir sobre lo que leí en 2015, vale aclarar que no son libros precisamente publicados durante 2015. Escogí estos siete libros que me gustaron mucho, me parecen reseñables y que dejo como recomendación por si algún visitante perdido de este artículo quiere hacerlos parte de sus lecturas en 2016.

 

libro_1254738141La rabia y el orgullo, Oriana Fallaci. En el prólogo de La rabia y el orgullo, Oriana Fallaci cuenta cómo nació el libro: pocos días después de los atentados ocurridos en Nueva York en el año 2001, el director de un diario la fue a visitar y le dijo que rompiera el silencio y que escribiera algo al respecto, que hablara sobre esta tragedia. Oriana le mostró sus notas convulsas, desesperadas, llenas de dolor y de rabia, escritas con obsesión y casi a la par de la tragedia, con la violencia del ataque aún fresca. El director se emocionó tanto que la animó a continuar y convertir esas notas en un artículo. Fallaci lo hizo así pero cuando terminó de escribir se dio cuenta de que el resultado final era un artículo tan extenso, que había escrito en realidad un pequeño libro. Desde ese mismo prólogo, Fallaci se despacha contra el islamismo, los musulmanes, las formas en las que se ejerce el poder en los países islámicos y – lo que realmente da título al libro – el sentimiento de rabia y de impotencia que le inspiran la actitud sin carácter de los gobiernos europeos, especialmente el italiano, y el gobierno de Estados Unidos, ante la ofensiva del islam. Lo interesante de este libro, o lo que a mí particularmente me gustó, es que no cae en concesiones, no hace matices, para Fallaci el islam es una religión cuya violencia no se puede comparar con la de ninguna otra religión, cuyas raíces no han sido contribución alguna para la cultura oriental, menos para la de occidente. Para ella no hay aguas tibias: son terroristas y la matanza en nombre de su dios es solo la punta del iceberg. El libro está ricamente salpicado con sus experiencias como periodista de guerra, las historias de su padre revolucionario y su tío director de una revista en Italia. Es enfática cuando expresa el horror que le producen las sociedades islámicas que cercenan sin piedad los derechos mínimos de las mujeres (constantemente se despacha contra el uso del chador) y que no tienen compasión con el que se atreva a pensar diferente. Advertencia importante: este libro no es apto para quienes matizan el extremismo del islam, adjudicándolo solo a un grupo aislado de creyentes fanáticos.

Una frase del libro, tomada del prólogo: «Por los que parecen vivos pero están muertos como los italianos, los europeos, que no tienen cojones para cambiar»

 

 

 

Laferriere-CoverThe Return, Dany Laferriére. Lo primero que leí de Laferriére fue How to make love to a negro without getting tired, a mi juicio una obra maestra de la literatura. Quedé tan encantada con su desenfado y sus reflexiones a caballo entre Haití y Montreal, que busqué más libros del autor y todos han confirmado, sino aumentado, mi fascinación por su obra. Laferriére es haitiano, nació en Port-Au-Prince y vivió durante su infancia allí, hasta que la dictadura de Francois Duvallier “Papa Doc” los obligó a él y a su familia a emigrar a Montreal en donde ha vivido por más de treinta años. Escribe en francés y no está aún traducido al español. The Return cuenta la historia de Windsor Laferriére hijo (que por cierto es el verdadero nombre de Dany) un reconocido escritor haitiano que vive en Montreal y quien un día recibe una llamada sorpresiva y triste en la que le avisan que su padre, Windsor Laferriére, ha muerto. Obligado por las circunstancias y muy a regañadientes, Windsor Laferriére hijo debe viajar a Haití, encontrarse con su madre enferma y contarle que el padre ha muerto. Todo habría sido más sencillo – y esta historia no tendría gracia – si Windsor y su padre hubiesen tenido una relación padre e hijo constante en el tiempo, pero la realidad es que Windsor padre se exilió en Nueva York, huyendo de Papa Doc y dejando a su familia muy sola en medio de una Haití convulsionada. Para quienes vivimos lejos del lugar en el que nacimos, The Return seguramente pegará con más fuerza porque el Windsor que recorre las calles y vericuetos de Port-Au-Prince, podría ser cualquiera de nosotros encontrándose de frente con amigos que ya había olvidado e historias que aparentemente nunca nos volverían a doler. El estilo del libro es raro y bello, comienza como un poema y cuando uno menos lo piensa se transforma en prosa poética para luego volver a ser un poema. Las metáforas y analogías son brillantes y, lo más importante, mientras dura la lectura uno es un haitiano expatriado más, vagando al lado de Windsor.

Rescato este bello fragmento que parece un haikú:

«I always thought

that books crossed

the centuries to reach us»

 

9218040I Am a Japanese Writer, Dany Laferriére. Bueno, y ya entrados en gastos, sigamos con Laferriére. En contraste con la nostalgia – no desprovista de humor, sin duda – de The Return, en I Am a Japanese Writer, Laferriére se transforma en un anónimo narrador, escritor haitiano viviendo en Montreal que, compadecido del desespero de su editor, decide contarle que está trabajando en un libro que se titulará I Am a Japanese Writer. Testarudo y contracorriente, el protagonista del libro afirma que él perfectamente puede ser un escritor japonés: basta que lo lea un lector japonés. Sin embargo, por una serie de situaciones rocambolescas y divertidísimas, el tipo termina siendo famosísimo en Japón y todos los japoneses, enceguecidos por el show que se armó – tal vez una símil con el estereotipo del japonés turista que está tomando fotos en el Louvre –, esperan con ansias ese libro de un negro que se dice y se cree japonés. La exploración de la identidad y de la importancia de la identidad para escribir parece ser una constante en las obras de Laferriére, pero en esta novela es quizás donde más ahonda el tema. De nuevo aparecen una abundante y rica cantidad de analogías, metáforas y reflexiones que son pequeños despuntes de genialidad.

Una frase del libro: «A place and a name. You don’t need anything else to start a novel»

 

13-99-euros13,99 euros, Frederic Beigbeder. La mejor forma de comenzar a hablar sobre esta novela sórdida y extravagante de Beigbeder es citando a su protagonista quien se presenta a sí mismo en el capítulo 2: «Me llamo Octave y llevo ropa de APC. Soy publicista: eso es, contamino el universo». Octave se convirtió en uno de mis personajes favoritos este año: un tipo retorcido, sarcástico, cínico, flojo, superficial, desagradable cuando se lo propone, detestable, soberbio y se cree dios, pero sabe que es un papanatas que cambió vida por plata, tranquilidad por lujos y drogas, y que su existencia es miserable a pesar de su Rolex. Su gran problema no es su personalidad – aunque también – sino una chica, ¿cuándo no? Hace un tiempo atrás un amigo me dijo que toda historia es una historia de amor. La de Octave no lo es menos, solo que como él es un idiota que todo lo que toca lo daña, también arruinó la que fue quizás su única posibilidad de ser feliz. En la narración abundan las reflexiones sobre la influencia negativa que ha ejercido la publicidad desde que esta existe, pero si bien en su tono Octave se cuestiona con crudeza el ser parte de ese negocio, sabe que no quiere dejarlo. Beigbeder está en su terreno feliz de la vida, eso se nota, él fue un Octave en su momento y, superando a su ficción, hasta perdió su trabajo por escribir este libro.

Un fragmento a modo de abrebocas:

«Cada mañana consultas cuatro tipos de mensajerías: el contestador automático de tu domicilio, el de tu despacho, el buzón de voz de tu teléfono móvil y los e-mails de tu iMac. Sólo el buzón de tu casa permanece desesperadamente vacío. Ya no recibes cartas de amor. No recibirás nunca más hojas de papel cubiertas de una tímida caligrafía e impregnadas de lágrimas y perfumadas de amor y dobladas con emoción, con la dirección cuidadosamente copiada en el sobre, como una imprecación para el cartero: «No te pierdas por el camino, oh cartero, lleva esta importante misiva a su tan deseado destino…» La gente se mata porque ya sólo recibe correo comercial.»

 

9789500747431El aprendizaje del escritor, Jorge Luis Borges. Este libro no es un libro sino un tesoro rescatado. En 1971, Borges ofreció un seminario sobre escritura en la Universidad de Columbia, acompañado por su fiel traductor y amigo Norman Thomas di Giovanni. El seminario fue grabado en su totalidad, pero las cintas magnetofónicas quedaron ocultas y hace poco fueron rescatadas y posteriormente transcritas y convertidas en este libro que se divide en tres partes “Ficción”, “Poesía” y “Traducción”. La transcripción refleja la mecánica del seminario, por ejemplo, en el capítulo dedicado a la ficción se disecciona el cuento El otro duelo. Primero lo leen completo y luego lo leen frase a frase, interrumpiendo para que Borges haga un comentario sobre el proceso creativo, la técnica y todos los pormenores que él decide revelar sobre la escritura del cuento. Es así como este libro se transforma en una clase magistral de un Borges que se muestra generoso con los estudiantes, explicándoles detalle a detalle cómo escribe él, qué trucos usa y cómo se prepara para la escritura. Este libro es para cualquier lector que quiera entrometerse y husmear en el quehacer del escritor. Leerlo es como observar con admiración a un artesano o a un relojero hacer su oficio.

Frases del libro para paladear un rato:

«Porque cuando uno odia a alguien, uno piensa en el otro continuamente, y, en ese sentido, uno se convierte en su esclavo. Lo mismo ocurre cuando nos enamoramos»

«Lo que digo es que, a la larga, para romper las reglas, uno debe conocer las reglas antes»

 

71Xy+4JuAOLLa vida eterna de Phineas Gage, Francisco Aravena. La historia de Phineas es fascinante, lo cual, supongo, significó un reto importante para su autor, el narrador chileno Francisco Aravena, quien debía hacerle honor a tremenda historia real con una ficción que estuviera a la altura. Debo confesar que, hasta antes de que el libro cayera en mis manos, yo no tenía ni idea de quién era Phineas Gage y su historia me impactó personalmente porque se trata de un accidente laboral y yo soy prevencionista de riesgos (laborales). Phineas Gage era un capataz que trabajaba como contratista para la Rutland Railroad en Vermont, Estados Unidos. Un día de septiembre de 1848, Gage estaba manipulando una enorme barra de fierro que debía ser disparada con ayuda de explosivos para generar un corte en una roca. Gage se distrajo brevemente para echarle un vistazo a su gente y quedó justo delante de la barra de fierro la cual se disparó accidentalmente antes de tiempo atravesándole todo el lado izquierdo de su rostro, llevándose su ojo y una parte importante del cerebro y el lóbulo frontal. Dicho así, cualquiera podría pensar que la única posibilidad fue la muerte, pero Gage sobrevivió gracias a los buenos oficios de un médico del pueblo, el doctor Harlow, quien además estudiaba con mucho interés la frenología, una pseudo ciencia, bastante aporreada el día de hoy, pero muy polémica durante esos años, y que sostenía básicamente que según la forma del cráneo se podía deducir el carácter de las personas. Gage sobrevivió de milagro, pero su personalidad cambió radicalmente después del accidente, convirtiéndose en un hombre emocionalmente inestable o, mejor dicho, en un bicho raro del que todos debían alejarse. La novela de Aravena gira en torno a una época poco documentada en la vida de Gage: su vida en Valparaíso, en donde trabajó conduciendo diligencias hacia Santiago, trabajo que consiguió por sus habilidades extraordinarias para entenderse con los caballos. Contar una historia que ya está escrita completa en Wikipedia y numerosas páginas de internet no es sencillo y Aravena consigue mantener al lector atento gracias a que la historia de Gage se entremezcla con la del narrador, un investigador que se obsesiona con la vida de este hombre que, excluyendo un breve lapso, llevó consigo siempre la misma barra de fierro que lo había atravesado, porque quizás la sola cicatriz no le parecía suficiente compañía.

Una frase del libro en uno de sus capítulos de carácter histórico:

«—A veces el nombre es todo el capital de un hombre — respondió Vidaurre, solemne—. Usted verá dónde le place poner el suyo

 

9789507318108Adiós mariquita linda, Pedro Lemebel. Pedro Lemebel falleció en enero de este año. Murió pero dejó obra. En 2014, si la memoria no me falla, la Universidad Diego Portales publicó Poco hombre un libro que reúne distintos artículos y crónicas publicados durante más de 20 años de trayectoria. Devoré ese libro con admiración y alegría y decidí leerlo todo, así llegué a Adiós mariquita linda que no es otra cosa que el camino de Lemebel por todos los túneles y rincones más sórdidos de Santiago. Mientras leía el libro descubrí, además, que Santiago se ha ido metiendo en mis huesos todo este tiempo hasta tal punto que puedo entender con una facilidad asombrosa los muchos términos en coa que utiliza, un lenguaje marginal que solo Lemebel – de verdad solo él, no logro dar con otro igual – supo manejar tan bien para no caer en lo vulgar. Ahora que lo pienso bien, esto tal vez lo ofendería porque nada le gustaba más a Lemebel que ser vulgar. Pero no, Lemebel es festiva y alegre, a veces amargada, a veces rabiosa; es una loca, él mismo lo reconoce; yo digo que es una mariquita linda, como reza el título.

 

Un fragmento de la crónica El flaco Miguel.

«Y en realidad el agua chocolate del Mapocho me da lo mismo, más bien combina morocha con el río de cuerpos obreros que laburan a todo sol entre las grúas y camiones descargando mezcla, ripio y arenales con cemento. A todo sudor el esfuerzo los hermana en el mismo brillo de espalda asalariada

 

 

 

 

 

Juan Gossaín

«Recuerdos y sueños son la misma cosa»: Juan Gossaín

En febrero de 2012 entrevisté a don Juan Gossaín en Cartagena y esa hora de conversación ha sido una doble alegría: primero por la entrevista en sí misma y segundo por el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría «Mejor Entrevista en Internet» con el que fui galardonada. Esta entrevista fue publicada el 01 de abril de 2013.

Ciertos recuerdos persisten en la memoria, aunque no estén precedidos por hechos especialmente significativos. Un olor. Un sabor. Un sonido. Desde que tengo uso de razón, mi mente sortea un pequeño bache todas las mañanas: siento una voz que no sé definir. Es ronca, firme, timbrada. De niña, ese bache de la mañana se iba enseguida: primero la oía en mi cabeza, mientras sentía que despertaba del todo. Ya despierta y desperezada podía identificar la voz claramente: se trataba de un señor locutor que hablaba de noticias por la radio, sin parar, desde muy temprano y durante casi toda la mañana.

Miguel

© Miguel Estrugo

 

 

A Carmen, Rocío y Álvaro

«Volando voy, volando vengo
por el camino yo me entretengo»

«Volando voy». Letra : KikoVeneno.  Interpretado por Camarón de la Isla

A mi me gusta saborear la hierba la hierba buena
un cante por soleá
y una voz quebrá y serena
y una guitarra y tus ojos ay al laito duna candela
Soy gitano
y vengo a tu casamiento
a partirme la camisa
la camisita que tengo

«Soy Gitano». Camarón de la isla

***

Cuando yo estaba muy triste – lo que suele ser mi estado natural, digamos – Miguel compraba dos litros de helado artesanal de chocolate con almendras y lo comíamos a cucharadas viendo películas.

Interview with Peter Stothard

Welcome, Mr. Stothard.

You have been the editor of The Times for 10 years, and now you are the editor of The Times Literary Supplement. A world about books tends to run at a much slower pace than a world about news. Is this a relief for a professional that has been the editor of a renowned newspaper for such a long time?

I was a lover of Greek and Latin literature long before I fell into British politics. I read as many contemporary novels as I could long before I read a Labour or Conservative pamphlet. I regularly read the TLS before I regularly read The Times. It’s good to be home.

The emergence of the Internet is radically changing the way we approach information, including the way the media communicate with the public. In this connection, what further evolution can be expected for the TLS in the near future?

The aim of the TLS is to identify and explain the best in literature and ideas. The internet is a way ofcommunicating what we do – and finding readers. Evolving new ways of doing the latter is the more important.

I would like to know your personal appraisal of English contemporary literature. Along history, English literature has contributed phenomenal writers and thinkers to our culture. Is the current situation consistent with that trend? As things stand now, is it foreseeable the trend will continue in the future?

Therehave been great periods for producing English literature that lasts. We like to remember those. There have been periods better forgotten. We do forget them. Future trends? We can’t see them. Hard work and hard thinking have always been the doors to the good, whatever writers like to claim. In England today anyone can seek those doors, not only, or not even especially, the English.

Many writers have always been more or less influenced by the literary vogue of their time. This is probably more so nowadays, when books are often treated as one more product of a mass market. Are we perhaps overlooking any authors due to the overwhelming influence of more ‘trendy’ literary styles or subjects?

The mass market was as important at the end of the 19th century as it is now. Popular writers, by their very popularity, show something of their time. Literary writers – defined as those with higher intentions to last – sometimes did last and sometimes still will. I suspect we are overlooking fewer contributors to literature than at any time since the first words were written.

From your standpoint, what is the relative weigh of Latin American novel in the present world’s literature? Is it contributing more, or less, than during the boom of the 1970s?

I don’t know. At the TLS, unlike at many other places, if you don’t know, you don’t say.

As times passes, we often find ourselves looking at the past under a different light. Seen from that distance, was the boom of the 1970s the literary milestone it was then claimed?

I am tapping out these replies in a library of fiction that I began assembling in 1970. Many of the names around me are now wholly forgotten.When I am ready to throw them away I will be ready to answer this question.

As thousands of other critics all over the world, you have recently started your own blog. Would you say that blogs fill a gap that was there to be filled or, on the contrary, they are redundant and somehow becoming an obligation you would rather live without?

I write a blog as a way of bringing readers in to the TLS. I write about what I’m reading as a modern way – so it seems – of bringing readers to what our critics write.

This sudden mushrooming of bloggers is one more consequence of the emergence of the Internet, where any person can now communicate with any other one (almost) without restrictions. Will it be possible to keep the relation quantity/quality that prevailed before the Internet? Are we poised to a new Babel Tower for excess of information, or will an equilibrium be reached some day?

There will be no equilibrium. That would be death both for art and for the appreciation of art. There will be imbalances, sometimes swinging imbalances, and much good from that.

Do you now have as much spare time to mow your lawn as ten years ago?

I have more spare time. My children have grown up. I have lawns but, bad as this may sound, I don’t mow them.