Entrevista a Alberto Chimal

El escritor mexicano Alberto Chimal tiene 39 años, gatos y una particular mirada profunda, gracias, tal vez, a un aro de sombra que rodea sus ojos. Es considerado uno de los más talentosos escritores de su generación, de su país y del cuento, género en el que su carrera literaria comenzó y maduró. Avalan este reconocimiento, entre otros, los libros Éstos son los días (ERA, México, 2004), Grey (Era 2006),  Cinco aventuras de Horacio Kustos (Desde La Otra Orilla, México, 2008), La ciudad imaginada(Era, 2009). También escrito numerosos ensayos.

Este año se dio el gran salto a la novela y debutó en este género con su obra Los esclavos (Almadía, 2009), la que está teniendo gran aceptación tanto de la crítica como de los lectores. Si en sus cuentos Alberto exploró la religiosidad, se concentró en otras perspectivas de la ciudad, jugó con lo real y lo imaginado, en esta novela se valió de la cara perversa del sexo y la dominación sexual, para explorar las formas que toma el poder en quienes lo ostentan y en quienes están sometidos.

Alberto es también maestro en Literatura Comparada por la Universidad Nacional Autónoma de México e imparte cursos en la Universidad Iberoamericana y la Escuela de Escritores de la SOGEM. Y en esta ocasión viajamos virtualmente por unos instantes a México lindo y querido, distrajimos a Alberto de sus múltiples ocupaciones para que nos cuente algo de él y su obra y aquí lo tenemos. Bienvenido.

 

Te pido de antemano disculpas si la primera pregunta la saco de tu perfil de Facebook, pero me llamó mucho la atención esto que dices sobre tu posición política: “Izquierda, pero no a la mexicana” ¿Te refieres a la izquierda más bien guerrillera y no suscribes a ella?

No exactamente… Tengo mis reservas con la guerrilla, pero sobre todo (y por desgracia) estaba pensando en la izquierda partidista, que está muy mal, muy dividida en facciones que se pelean entre sí en vez de ofrecer un contrapeso real a la derecha. (Lo cual es terrible, por supuesto.)

 

¿Cuál es tu idea de izquierda, entonces?

Yo desearía una izquierda que planteara de manera clara, inteligente, combativa, una forma menos inhumana, menos desigual de gobernar. Los detractores de la izquierda dicen que el capitalismo voraz es más acorde con la naturaleza humana, pero yo creo que incluso si fuera cierto (que lo dudo), seguiría valiendo la pena tratar de pelear contra la entropía, contra lo peor de nosotros mismos como se manifiesta en la política realmente existente.

 

De tus cuentos llaman la atención dos cosas: una de ellas es cierto acento mitológico-religioso que hay en ellos. ¿Hay en tu obra una visión crítica de las religiones?

Yo diría que sí. No siempre está en la superficie, pero por ejemplo tengo un libro entero –“Grey”- de historias fantásticas alrededor del culto religioso (santos, demonios, sectas, etcétera) y parte de lo que me interesaba hacer en ese libro era plantear la idea de cómo, con el pretexto de buscar a la divinidad, más bien nos entregamos muchas veces a placebos y fingimientos que oscurecen y estrechan nuestra visión de las cosas en vez de aclararla y ampliarla.

 

Lo otro que me llamó la atención, pero ya no estaríamos hablando de “Grey”, sino de “La ciudad imaginada”, es la reivindicación de los humanos precisamente que habitan la ciudad “la carne de la ciudad” ¿crees que tenemos una especie de inclinación a idealizar las “moles”, las “arterias llenas de autos” que componen a la ciudad?

Sí. Muchos textos terminan hablando de la ciudad siempre de la misma manera. Es justo lo que trataba de evitar.

 

Y eso es precisamente lo que se hace con el DF ¿crees que la literatura mexicana decididamente se metió a la ciudad (como tema) y no saldrá de ella?

No lo sé, aunque precisamente ahora no parece haber nadie que se ocupe decididamente de contar historias ajenas a las ciudades. (Y el desastre del campo mexicano, por ejemplo, o las actividades de los grupos guerrilleros actuales, van a necesitar ser contados). Por otra parte, creo que el problema no estaría en mantener la ciudad como un escenario o hasta un tema central, sino que se habla de muy pocas cosas entre las innumerables que la ciudad puede contener. Hay demasiado sobre la soledad, el hartazgo, la corrupción, etcétera, y la mayoría no sale de los lugares comunes.

 

Hablemos ahora a la ciencia ficción, me ha llamado mucho la atención como has abordado el tema en distintos textos. Has tocado digamos el punto flaco de este género: la malinterpretación que se ha hecho de él. Incluso he leído un artículo muy clarificador sobre Jorge Luis Borges y sus apreciaciones sobre la ciencia ficción. Yo quisiera saber, a tu juicio, con qué elementos debe contar o qué características debe tener este género (sobre todo en la actualidad) para que no sea encasillado como un género de simple diversión y entretenimiento, sino que se juegue por profundizar temas, aprovechando esa “forma” especial en que pueden ser contados.

Me gusta aquel nombre alternativo para la ciencia ficción: “ficción especulativa”, que permite no cargar demasiado las tintas en la parte científica y hacer un lado la idea de que ese tipo de literatura sólo es una forma de divulgación científica. Yo rechazo las dos posturas: tanto la literatura “pedagógica” como la que sólo se propone que el lector desconecte el cerebro por un rato. Hay grandes obras de ficción especulativa que pueden fascinar a la vez que provocar a los lectores, y lo logran si consiguen, al mismo tiempo, a) proponer ideas interesantes y b) poner en práctica esas ideas en sus mundos inventados. Un ejemplo reciente es una novela gorda, sin demasiadas pretensiones pero a la vez muy inteligente y “leída”, que estoy por terminar: “Anathem” de Neal Stephenson, que es una especie de resumen juguetón de la historia de la filosofía de occidente (pero trasladada a otro planeta).

 

De alguna manera consideras que Edgar Allan Poe y su obra fantástica son un antecedente para esa ciencia ficción de buena calidad (“ficción especulativa” como la llamas) He notado que le tienes un espacio dedicado sólo a él en tu sitio…

Ese espacio es un proyecto para 2009, digamos, con el pretexto del bicentenario de Poe: durante todo el año estuve recolectando referencias (tanto las que yo mismo hallé como las que me enviaron muchas personas) y el resultado es una página de enlaces y varios textos originales y traducciones. Todo eso quedará en archivo mientras mantenga el sitio, para quien pueda interesarse. Y, sobre la pregunta, sí, estoy convencido de que Poe es un gran precursor de la ciencia ficción y de mucho más: a veces tendemos a pasarlo por alto, pero es que está por todas partes: es uno de los autores más influyentes de los últimos dos o tres siglos.

 

Ahora me voy con “Los esclavos”, tu primera novela. Escribir cuentos y escribir una novela conllevan sus dificultades. Es algo que va más allá de la extensión de uno y otro género. ¿Qué dificultades sorteaste escribiendo Los Esclavos, siendo principalmente un cuentista?

Lo más arduo (tal vez suene raro) fue decidirme a escribir justamente esa historia después de varios intentos abortados. Antes de “Los esclavos” escribí dos novelas más que destruí porque no valían la pena, y empecé una más con la que me atoré sin remedio. Y entonces me entusiasmó la idea de esta novela porque de pronto resultó que sería algo todavía más lejano, al menos en apariencia, de lo que llevaba publicado. De algún modo me ayudó el hacerme a la idea de que, de entrada, sería algo decididamente más difícil de hacer… Creo que pensé que, si lo terminaba, cualquier otro proyecto posterior de novela sería más simple porque no sería el primero.

 

Precisamente: “Los esclavos” tiene la particularidad que se aleja totalmente de todo lo que has escrito tanto en temática como en estilo.  Así como algunos disfrutan ostentando el poder y por lo mismo abusando de él, ¿también esta novela es la metáfora de lo mucho que nos “gusta” ser esclavos?

Yo diría que sí. Una amiga mía psicoanalista me hizo notar que (esto viene de Lacan) quien más trabaja y más se somete al guión o argumento de una historia (una fantasía que se actúa en la intimidad) es quien hace el papel de amo, porque es quien debe asumir el rol del que “tiene” el control… Yo pensaba, además, que todo el tiempo estamos renunciando a nuestro libre albedrío por toda clase de razones: para sentirnos protegidos o amados, para eludir responsabilidades… De eso tratan directamente varias porciones de la novela.

 

Lo que pondría también a los personajes de la novela que hacen las veces de amo, en el papel también de esclavos

¡Exacto!

 

¿Cómo te salieron los argumentos de las películas porno? ¿Viste algunas o en el fondo (como me han confesado algunos amigos) todas son tan predecibles?

No soy un conocedor, pero las que conozco sí son todas iguales. Parte viene de esas películas que he llegado a ver, pero parte también de otras formas de pornografía sobre las que investigué, y en especial de las historias escritas que abundan en la red. Ah, y también hay una broma un poco oscura… Una de las películas se basa, en realidad, en un argumento, bastante malo, de “El Pájaro Loco” (la caricatura)

 

En una parte de la novela se lee esto: «Mundo es ‘el hermano feo de Golo, su doble patético y detestable’» Buscabas de alguna manera que tus lectores viéramos a esas dos parejas de amos-esclavos como el reflejo del uno en el otro? Es decir, esa parte miserable del amo reflejada en sus esclavos

Sí. Justamente eso. Y además, de alguna manera, las dos parejas están pensadas para ser reflejos o complementos la una de la otra. Dos hombres y dos mujeres; dos en lo alto de la escala social y dos en lo más bajo, etcétera.

 

Juego de supuestos:

Si pudieras ser otro escritor, ¿serías…? No me habría desagradado nada ser Milorad Pavic, o Mario Levrero, o Borges…, pero lo digo por lo que escribieron. Y si hubiera sido alguno ellos, seguro que tendría otra respuesta a la pregunta.

Si pudieras ser un libro, ¿serías…? “El Incal”, de Jodorowsky y Moebius.

Si pudieras ser un lugar de México, ¿serías…? Una librería que ya no existe, en mi ciudad natal, en la que pasé muchas horas mirando portadas, leyendo cuando nadie me veía…

Y finalmente, si pudieras ser un momento de tu vida, ¿serías…? Aquel en el que descubrí mi primer libro: no de los que me leían, sino de los que yo me leí solo, sin ayuda y sin guía.

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