Selección Poética (III)

PABLO ARMANDO FERNANDEZ: LA IMPOSIBILIDAD DE SER PIEDRA

Hace muchos años, cuando empecé a notar que sería escritora por siempre, me aboqué con más fuerza a la lectura, pues instintiva e inconscientemente me parecía que escribir no era lo mismo, si uno no tenía un completísimo bagaje de lecturas. Entonces comencé una  clasificación personalizada de la literatura y en ocasiones, deben reconocerlo todos los que leen indiscriminadamente, uno se forma en la mente una especie de base de datos, con información puntual de obras y autores. Y finalmente, se recuerda con mucha claridad el hecho principal de la obra, el autor y en línea directa a este, vinculamos su nacionalidad. Así, uno parece un barco sin destino, y va caminando, según la nacionalidad de los autores, por todo el mundo, hasta los lugares más insospechados. Primero, recorrí Europa y gran parte de Latinoamérica. Francia, Inglaterra, Italia, España… Argentina, Perú, alguna, la de los autores es suficiente para meterlo todo en la misma maleta. Así, si uno lee a Dumas y a Verne, está leyendo literatura francesa del siglo XIX, si uno lee a Stendal y a Joyce, está leyendo literatura inglesa del siglo XIX, si uno lee a Cortázar y a Borges, está leyendo literatura argentina de los sesenta, o el famoso BOOM. Y uno se cree que ha conquistado el mundo, que ha sobrepasado las fronteras más importantes, a través del maravilloso mundo de la palabra. Y de verdad puede ser así, pero no es del todo así. Hay lugares que llegan de  repente, insospechados, mágicos, con sorprendentes autores. Es así, como un día, en el lugar que Borges comparó con el paraíso, es decir, la Biblioteca, un autor me miró desde el lomo de su libro y no pude relacionar su nombre con ninguna nacionalidad. De donde entonces? Claro! Me estaba perdiendo de una isla, cuya literatura, aún no se había presentado ante mí y que descubrí con muchísimo agrado. El autor era nada más y nada menos que Guillermo Cabrera Infante. Quedé fascinada. Esa era literatura cubana. Me convertí entonces en una asidua de sus autores. Años después, llega un segundo Pablo después de Neruda. Me refiero a Pablo Armando Fernández, y su libro “De piedras y palabras”. Con la curiosidad del autor que es aún nuevo para el lector, la primera impresión que me suscitó este libro fue de un profundo regocijo. Cada verso, claramente, tiene el propósito de no tener propósito alguno y hacer de su lectura, un acto puro de placer. Cada poema de “De piedras y  palabras”, parece el fragmento de un mensaje que han puesto en una botella, en busca de  algún paseante de playa que lo interprete. Sin mbargo, no a cualquier costa llega una botella tal. De piedras y   palabras, ha sido construido como una suerte de bitácora o itinerario del autor y dividido en cuatro partes, de las cuales la primera, contiene una selección de poesías que hace honor a su nombre: Libro de la vida. Finalmente me gustaría destacar en De piedras y palabras, la versatilidad narrativa que va de un poema a otro, imprimiendo una pequeña historia en cada uno, que es a su vez el reflejo de una inspiración inagotable y si se llega un poco más lejos con la interpretación, se puede ser testigo del crecimiento literario de un artista, al situar cada poema, en una línea de tiempo, conforme a la fecha que cada uno tiene. Desde 1952, hasta 1994, desde Delicias, hasta Nueva York, dejando una pequeña marca de ellos. Los versos, mensajes en la botella, recorren distintos tiempos, distintos lugares geográficos, distintas emociones.  En Chile, definitivamente, aún Pablo y Gabriela, esperan el hijo extraviado Pablo Armando Fernández. Y yo también, por supuesto.

MUESTRA DE LA OBRA DE PABLO ARMANDO FERNANDEZ

TOMADO DE: De Piedras y Palabras (Ediciones Unión 1999)

EN LO SECRETO DEL TRUENO

Para Cintio Vitier

Si uno pudiera, como quien juega o sueña
las secuencias del tiempo reordenar,
y pudiera acogerse a aquellos ciclos
que sólo nos inducen a aprender,
sabiamente sabríamos eludir
las ignominias de la sin razón.
Si uno pudiera a los juegos y sueños
atribuirles todo cuanto idearan
ingratitud, torpeza y mezquindad:
cardo y ortiga, zarza de triste vida
que roce y trato tornan defensivos.
También el corazón tiene sus mañas.
Como un reclamo de atención, a veces
uno puede faltarle a quienes ama:
una palabra, un gesto, cualquier impertinencia,
casi siempre de efecto ponzoñoso.
Suele confiarse a veces en que el daño
acerque al ofendido al ofensor.
No hay bien ni mal. Eso también se espera.
Ahora creo haber aprendido a conocer
ciertas turbias razones que a veces urde el corazón.

La Habana y Santafé de Bogotá, Octubre de 1993.

PABLO ARMANDO FERNANDEZ, nació en Delicias en 1930. Su obra narrativa incluye las novelas Los niños se despiden, Premio Casa de las Américas en 1968. El vientre del pez 1989; Otro golpe de dados, 1993, y el libro de cuentos El talismán y otras evocaciones 1995. Considerado como uno de los más relevantes poetas de su generación, entre sus libros sobresalen Salterio y lamentación, 1953; Toda la poesía, 1961; El libro de los héroes, 1964; Un sitio permanente, 1969, Aprendiendo a morir, 1983; Ronda del encantamiento, 1990; San Cugat Nocturne, 1995, y Libro de la vida 1990.

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