Entrevistas

Conversaciones varias con personajes que leo, admiro, me interesan.
También algunas conversaciones que otros han tenido y que me cedieron para publicar acá.

Juan Gossaín

«Recuerdos y sueños son la misma cosa»: Juan Gossaín

En febrero de 2012 entrevisté a don Juan Gossaín en Cartagena y esa hora de conversación ha sido una doble alegría: primero por la entrevista en sí misma y segundo por el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en la categoría «Mejor Entrevista en Internet» con el que fui galardonada. Esta entrevista fue publicada el 01 de abril de 2013.

Ciertos recuerdos persisten en la memoria, aunque no estén precedidos por hechos especialmente significativos. Un olor. Un sabor. Un sonido. Desde que tengo uso de razón, mi mente sortea un pequeño bache todas las mañanas: siento una voz que no sé definir. Es ronca, firme, timbrada. De niña, ese bache de la mañana se iba enseguida: primero la oía en mi cabeza, mientras sentía que despertaba del todo. Ya despierta y desperezada podía identificar la voz claramente: se trataba de un señor locutor que hablaba de noticias por la radio, sin parar, desde muy temprano y durante casi toda la mañana.

Ricardo Silva Romero desde la terranía

Publicado originalmente en OtroLunes

A la memoria de Germán Pardo García-Peña.

I.

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Escribiste, Ricardo, en tu novela de 2006, El hombre de los mil nombres, que «todo hombre tiene una ventaja sobre los demás hombres: que nadie lo conoce de verdad». Esa fue la ventaja que el productor de cine de Hollywood, Lester Brown, te llevó a ti mientras escribías su biografía autorizada. Esa es la ventaja que me llevas ahora, Ricardo, mientras escribo esto. Tal vez Germán estaría de acuerdo conmigo ahora y me diría que sí, que conocerte de verdad no es del todo posible, porque quizás la persona que mejor te conoció en el mundo fue él, Germán Pardo García-Peña, tu mejor amigo, «el mejor amigo en la historia de Occidente desde la aparición de Óbelix», como dices en Walkman. Pero, obstáculos aparte, un comienzo es tu familia: y esa familia que está compuesta por tu mamá, Marcela, que es abogada; por tu papá, Eduardo, que es físico; que te leía cómics cuando estabas niño, aunque no recuerdas bien si también trataba de hacer las voces de los personajes; y por  tu hermano mayor, Eduardo, que es abogado y uno por cierto brillante, experto en litigios; esa familia también incluye un hermano menor, que, aunque los apellidos no nos coincidan, lo es: es tu hermano menor: Germán Pardo García-Peña. Un hermano que se fue para siempre muy pronto, cuando aún no cumplía treinta años, pero que si estuviera acá, con nosotros, si estuviera aquí a mi lado para ayudarme un poco con el enorme trabajo en el que se transformó escribir esto, lo sé, me guiñaría un ojo, aunque también me recordaría que tu abuelo, Alfonso Romero Aguirre, fue un político ilustre, senador, Presidente de la Cámara de Representantes en 1936, Contralor entre 1941 y 1942, y Presidente del Senado en 1948. Ahora, en su honor, un puente vehicular de Cartagena lleva su nombre.

Juan Gabriel Vásquez: el escritor elegante

 

Publicado originalmente en OtroLunes

 

A principios de Mayo de 2011, poco después de haber ganado el premio Alfaguara de novela, Juan Gabriel Vásquez visitó Santiago de Chile para dictar una conferencia en la Cátedra Bolaño de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad Diego Portales. Pienso ahora, por ejemplo, que en buena hora se me ocurrió grabar su conferencia sobre Hadyi Murad, el relato de Tolstoi, porque en la fila de atrás se sentaron tres muchachas a comentar, entre susurros y risas, los atributos físicos de Juan Gabriel, incluyendo su voz y su acento.

Un amigo en común nos había presentado a la distancia, por correo electrónico, y luego conversamos muy poco, no más de diez minutos antes de la conferencia y unos cinco después. Intercambiamos datos, además, porque para esa fecha, ya tenía yo en mente este dossier y le pedí una entrevista. Recuerdo ahora que cuando leí –con fascinación– Los Informantes e Historia secreta de Costaguana, me pareció que Juan Gabriel Vásquez tenía un estilo muy elegante. Cuando conversé con él –ese poco tiempo fue suficiente para darme cuenta– me pareció, además, un tipo elegante. Lo que me pasó después me confirmó, además, que es un hombre extraordinario.

Entrevista con Edmundo Paz-Soldán

Edmundo Paz-Soldán nació en Cochabamba, Bolivia, en 1967. Es licenciado en Ciencias Políticas con doctorado en Lenguas y Literatura por la universidad de Berkeley, y actualmente es profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell.

Edmundo es – me atrevo a decirlo – el escritor boliviano más internacional. Sus novelas “Río fugitivo“; (1998)  y “El delirio de Turing“; (2003) ubicaron su voz tan particular en la literatura latinoamericana contemporánea. Su más reciente novela “Los vivos y los muertos“;, apuesta por una melancolía perturbadora, por una historia más “americana”;, menos boliviana, pero en la que se renueva su talento narrativo y su versatilidad a la hora de crear historias. Y su libro de cuentos “Dochera y otros cuentos“;, (en donde “Dochera”; fue el ganador del premio de cuento Juan Rulfo) tiene una selección de historias que se leen con sumo gusto y que son como dardos finísimos con los que Edmundo apunta a quedarse para siempre en la memoria del lector.

El infierno femenino de Jorge Franco

Este martes se presenta en Bogotá la más reciente novela de Jorge Franco, Santa suerte. Se trata de la historia de tres mujeres, tres hermanas que comparten la casa, y el infierno en el que se transformaron sus vidas. Amanda, la mayor, espera obsesivamente una llamada de amor mientras escribe cartas que nunca envía a su galán, Jénnifer, la hermana del medio y voz predominante de la obra, es una masoquista redomada, que siente placer en autoflagelarse y lo hace, además, con fines económicos, y Leticia, la menor, recuerda cómo ha transitado por una vida que incluye vivir el mundo “de los hombres sin ideas y con pistolas”. La Suerte, por qué no, es la otra gran protagonista de esta historia, nada más y nada menos que “la santa que nos mantiene vivos”, dice Jorge Franco. El autor conversó con El Espectador sobre Santa suerte, las anécdotas que le dieron origen, y la fascinación que siente por el infierno femenino.

Entrevista a Andrés Rábago «El Roto»

Los caricaturistas tienen un oficio muy difícil. Deben combinar la gracia visual creando un estilo propio que los identifique y luego añadirle una cuota de humor, de ironía, de sátira. No es fácil, pues, el oficio del caricaturista. Su arte consiste en lograr que un brevísimo espacio, en un rectángulo, en una esquina de página, se concentre la reacción del lector que supera por mucho el tamaño de la viñeta; una reacción que puede va de la risa a la indignación, pasando por el desconcierto.

Entrevista a Alberto Chimal

El escritor mexicano Alberto Chimal tiene 39 años, gatos y una particular mirada profunda, gracias, tal vez, a un aro de sombra que rodea sus ojos. Es considerado uno de los más talentosos escritores de su generación, de su país y del cuento, género en el que su carrera literaria comenzó y maduró. Avalan este reconocimiento, entre otros, los libros Éstos son los días (ERA, México, 2004), Grey (Era 2006),  Cinco aventuras de Horacio Kustos (Desde La Otra Orilla, México, 2008), La ciudad imaginada(Era, 2009). También escrito numerosos ensayos.

Entrevista a Pablo d’Ors

¿Cómo enfrentas dos vocaciones que pueden ser chocantes? Digo, la religiosa, con la creativa. ¿Cómo se desarrollan y como desarrollas ambas?

Mi vocación sacerdotal

Cuando experimenté la llamada de Dios (y me estremece escribir algo así porque no quisiera tomar el nombre de Dios en vano y porque todavía me maravilla como nada en el mundo que todo un Dios haya podido dirigirse a mí), tenía diecinueve años, era estudiante de Derecho y acababa de ver la película Gandhi, que cito porque en aquel tiempo yo tenía la pretensión de ser nada menos que como él. Fue una iluminación, un derribarme del caballo, y ello hasta el punto de que yo, que antes no había pensado nunca en ser un hombre de Iglesia, tuve a partir de ese instante la certeza íntima e irrefutable de que eso era exactamente lo que tenía que hacer. Más tarde hubo crisis, como no podía ser menos, pero nunca crisis de fe ni estrictamente vocacionales. Fueron más bien crisis de identidad y de relevancia, es decir, que versaban sobre quién era yo y cómo debía actuar. En el momento inicial, tan intenso, fue decisiva la intervención de un misionero filósofo llamado Antonio S. Orantos, en primero quien encontré a un maestro -todo un lujo- y, finalmente a un amigo. También influyó, y mucho, la lectura de El peregrino ruso, un libro de espiritualidad oriental.