En esta ocasión, quiero dar la bienvenida a uno de los mejores poetas chilenos, perteneciente a la generación del 60. De la mano de Oscar Hahn, llegan juntos la fantasía, el amor y la muerte en la forma de una de las poesías más interesantes del Siglo XX. Bienvenido.
PRIMERA PARTE:
METODOLOGIA DEL POETA.
En varias ocasiones usted ha dicho que la poesía llega en forma de apariciones, incluso en lugares un tanto incómodos
para darles materialización inmediata, pero a su vez también ha planteado que la poesía sea como una obra de arte y de la importancia de que el poeta se maneje dentro de aspectos más técnicos de la literatura… ¿De qué manera puede conjugar usted esos dos aspectos tan diferentes en la construcción de la poesía?
Los dos factores que usted menciona son fundamentales en mi trabajo poético. Las apariciones son el lado oculto, imprevisible, ajeno a mi voluntad. Si las apariciones no se presentan, no tengo pista de lanzamiento para que el poema despegue. En cambio, cuando se presentan, ellas mismas me instalan en la ruta que debe seguir el poema. En este punto interviene mi conciencia estética, que va orientando al texto por el camino deseable, siempre dentro de una concepción del poema como obra de arte.
Y esas apariciones, son así de repentinas y misteriosas, o en algunas ocasiones <<algo>> las ha sugestionado?
En general surgen sin que yo pueda establecer la causa de la aparición, pero ha habido casos en los que he podido determinar su origen. Por ejemplo, uno de mis poemas recientes, “Esperando el ascensor”, fue activado por una escena de una película. No es que después de verla yo hubiera decidido escribir un poema, sino que la aparición se presentó inmediatamente después de la escena, de manera súbita. Y algo para meditar: en esa escena del film no hay ningún ascensor.
¿Recuerda cómo fue la primera aparición que lo asaltó?
Yo había escrito varios poemas muy voluntaristas, porque pensaba que así funcionaba la poesía: hoy día me voy a sentar a escribir sobre esto o aquello. Pero algo en mi interior me dijo que esos poemas no eran logrados y los tiré a la basura. Entonces pensé que la poesía no era lo mío. Un día que estaba en cama enfermo me visitó la primera aparición, que terminó siendo el poema “Reencarnación de los carniceros”. Ahí descubrí que lo que más juicioso era tener paciencia y esperar que las apariciones surgieran solas.
Desde hace muchísimos años usted vive en Iowa, y si bien es cierto que se puede escribir desde cualquier parte, ¿nota alguna diferencia de lo escrito en Chile, cuando su residencia estaba fija en ese país, de lo que ha creado fuera de él?
Vivir en el extranjero me ha proporcionado una cierta distancia con respecto al lenguaje que utilizo. Esto ha posibilitado que note ciertas características o detalles estilísticos del castellano o del español de Chile que puedo usar en mis poemas. Ese es un aspecto. El otro es que dejé de percibirme sólo en el contexto de la poesía chilena, lo que era muy limitante, y empecé a situarme en el contexto de la poesía universal. De este modo se amplió mi radio de preferencias. Por último hay algo obvio: para bien o para mal, las experiencias y vivencias que uno tiene en otro país no son las mismas que tiene en el país natal e incluso contribuyen a modificar la percepción de las experiencias del pasado.
Cuál considera que es el cambio más significativo en su trayectoria poética, en todos estos años.
Parece que he ido pasando desde una expresión más o menos barroca a una expresión más directa y sin burocracia verbal. También observo un preocupación mayor por el orden en que aparecen las distintas unidades que hay adentro del poema. Esto ocurre quizás por influencia del montaje cinematográfico.
SEGUNDA PARTE:
DE INFLUENCIAS Y PEDAGOGÍA
En su poesía se conjugan influencias de épocas muy diversas. De repente existen aires de la Edad Media, de repente aparece el Siglo de Oro y de pronto se manifiestan influencias de Elvis Presley, de cultura pop, beat… ¿Siente que algo en particular lo atrae más? ¿Alguna voz de una de esas épocas lo llama con más fuerza?
Una vez Enrique Lihn dijo que mi poema “Gladiolos junto al mar” era un soneto gongorino, pero que no podría haber sido escrito por Góngora. Es decir, aunque uno tome elementos de la tradición, siempre resultan filtrados por el poeta de hoy. Todo confluye en el presente, de modo que la llamada tradición puede coexistir perfectamente con la modernidad. Lo moderno o posmoderno, creo yo, no se refiere a la procedencia de los materiales que uno utiliza, sino a una singular visión del mundo y del lenguaje.
Si pudiera describir su trayecto en la poesía, mencionando poesía y autores que lo han influenciado, a través del tiempo desde comenzó a escribir, hasta hoy día, ¿qué quedaría finalmente?
Si me limitara solamente a las influencias que provienen de la poesía, estaría dando una impresión muy parcializada de lo que es mi mundo poético. Pero vamos por partes. Algunos autores serían los poetas medievales espanoles, San Juan de la Cruz, algunos barrocos como Góngora y Quevedo; luego Rimbaud, T. S. Eliot , César Vallejo, y en un lugar muy destacado, no la poesía, sino la narrativa fantástica. Pero también están el cine, la pintura, la música clásica, el jazz y el rock.
De qué cree que carece la poesía actualmente, qué le gustaría leer de este tiempo que vivimos.
Hay varios factores que influyen negativamente en la percepción de la poesía, o mejor dicho, que alienan al lector en cuanto tal. Uno de esos factores es el excesivo énfasis que se le está dando a la figura del autor real, a expensas de la obra, y que se aproxima bastante al culto a la personalidad. La figura del poeta como farandulero es cada vez más predominante. Nos estamos acercando al punto en que para ser considerado poeta ya no se necesitará haber escrito poemas, sino hacer el papel de poeta, según el libreto que impone la farándula: el loco, el alcohólico, el maldito, el muerto prematuro, el marginado, aunque sus poemas sean mediocres. Todo esto ocurre con la complicidad de los críticos, cuya función en la actualidad no es orientar a los lectores sino desorientarlos.
Cómo profesor de una universidad tan prestigiosa como la de Iowa, ¿se ha impuesto alguna meta particular con respecto a sus alumnos?
Yo tengo un principio muy claro con respecto a los poetas que estudio en mis cursos, y ese principio es el pluralismo. A diferencia de algunos poetas-profesores, que sólo incluyen a autores que son afines a su propia poética, yo incluso muestro propuestas que a mí, personalmente, no me atraen, pero que han cumplido una función significativa en el desarrollo de la poesía. Es decir, trato de poner una gran variedad de cartas sobre la mesa y dejar que los alumnos elijan.
TERCERA PARTE
SIMBOLOS, IRREVERENCIA y ENSAYO
Su poesía, tiene, a mi parecer, una gran carga de símbolos, para llamar al amor, para insinuar la sensualidad, para la muerte, la mujer… Cuando identifico esa particularidad, me asalta una duda, esa simbología ¿es un recurso para dar un toque fantástico a la poesía? O bien hace parte de una exteriorización de dudas y la búsqueda personal de formas acercarse a la muerte, o definir el amor o expresarse sobre el sexo (búsquedas que podrían ser suyas como autor o las del lector común y corriente)
Pienso que los símbolos, cuando obedecen a motivaciones profundas, emergen por su cuenta y sin la manipulación del autor. Yo nunca me he propuesto poner símbolos en mis poemas. En cambio, lo más probable es que los elementos fantásticos provengan de mi trato con la narrativa fantástica. En cuanto al amor y al erotismo, no creo que tengan un origen meramente literario. Cuando aparecen en mis poemas, siempre hay detrás un estrato vivencial.
También dijo alguna vez que no le gustaba casi tener que asistir a leer en público su obra y que lo hacía más por cumplir con los requerimientos de promoción de la editorial. ¿Cómo prefiere que sea la relación con sus lectores?
Así es. Yo preferiría no tener que aparecer en público. No veo por qué tendría que relacionarme con mis lectores como persona real. Mi relación con ellos es a través de mis textos. Quiero pensar que el doble mío que habla en mis poemas tiene mucho más que decir que el individuo real que escribe los poemas.
Tengo entendido que alguna vez la crítica fue muy dura con usted y lo censuraron porque en uno de sus libros, los versos fueron bastante expresivos, especialmente sensuales. ¿Siente que es un poeta irreverente? ¿Hay alguna atracción especial en serlo o en intentar serlo?
Seguramente usted se refiere a la prohibición de Mal de amor en 1981, por la dictadura de Pinochet y no a los críticos. En efecto, el libro fue censurado por el gobierno. No solo no he buscado ser irreverente, sino que hasta ahora mismo ignoro la razón real de la censura. El poeta español Luis García Montero planteó esto muy bien cuando dijo que yo era “un poeta sin miedos”. En poesía hago lo que tengo que hacer, sin pensar en el qué dirán o en el establishment literario o religioso o político. No sé si eso significa ser irreverente.
Usted ha elaborado ensayos y estudios críticos sobre otros autores como Borges, Huidobro, Lihn, ¿alguno en particular le ha resultado más complicado a la hora de hablar sobre él?
Es curioso, porque así, a priori, parecería que el más complicado fue Borges. Pero no: fue un cuento de Enrique Lihn que se llama “Huacho y Pochocha”. El fundamento teórico de ese texto es muy sutil y bastante difícil de explicar, ya que pone en jaque una serie de ideas preconcebidas sobre el realismo en literatura.
CUARTA PARTE:
ALGUNAS PREFERENCIAS
– El poema suyo que le es más especial y por qué:
Quizás “La muerte es una buena maestra”, porque aunque a ratos parece un texto fantástico, está basado en la experiencia real de haber estado yo mismo al borde de la muerte.
– El libro de su autoría que más le gusta y por qué:
No tengo ninguna preferencia. Cada uno de mis libros tiene su razón de ser en la historia de mi vida y de mi poesía.
– Su poeta chileno preferido:
Hay varios, pero si se trata de nombrar a uno solo, elijo a Enrique Lihn.
– Sobre qué o quien ha querido escribir alguna vez y no lo ha logrado
Sobre “Piedra de sol”, el gran poema amoroso de Octavio Paz.
– Su inclinación más fuerte, por el ensayo o la poesía:
Bueno, la poesía, porque es como mi sexto sentido; el ensayo, en cambio, es más que nada una necesidad profesional.
– ¿Todavía es consumidor de sopas Campbell? (según lo dice en su poema TELEVIDENTE) ¿cuál es su favorita?
Sigo siendo un pésimo cocinero, así que todavía dependo de las sopas Campbell. La que más me gusta es la crema de champiñones.
Usted fue amigo cercano de Rodrigo Lira, poeta chileno que está muy presente en este blog. Qué es lo que más recuerda de él, como poeta, o como amigo, o cualquier cosa.
Recuerdo ese recital mío en el que un joven desconocido me preguntó al final: “Usted una vez suscribió las siguientes palabras de Rimbaud: Quiero llegar a ser poeta y trabajo para conseguirlo. ¿Sigue pensando lo mismo?”. “Así es”, respondí. Y él dijo: “Pues bien, quiero decirle que ya lo consiguió”. Ese joven resultó ser Rodrigo Lira. Me acuerdo también que Rodrigo me acompanó una vez a una entrevista que me hicieron en la revista La Bicicleta, y aunque no era uno de los entrevistadores, de vez en cuando hacía acotaciones muy lúcidas sobre mi poesía.
Y la última:
– Le gusta una mujer y un amigo en común de ambos le dice que el secreto para conquistarla es regalarle un libro, en lugar de flores, en la primera invitación a salir que le haga. Decidido a hacerlo ¿Cuál cree que sería el libro ideal para lograr la conquista?
Nunca he visto a la mujer como una especie de castillo que uno tiene que conquistar, pero si usted me pone entre la espada y la pared, yo le regalaría Para vivir un gran amor de Vinicius de Moraes.