o Crónicas de microcosmos (=de esas cosas que pasan una sola vez en la vida)
I
Coca
El transantiago se detiene en el paradero de Avenida Macul con Avenida Grecia. «Señoras y señores, como siempre, les traigo el maní único, la receta colombiana», grita con entusiasmo el vendedor ambulante que se sube al bus. «Con coca», repite por lo bajo el pasajero que está a mi lado.
II
Volodia
Con el librero Álvaro Castillo visitamos en dos ocasiones a Volodia Teitelboim, escritor chileno, autor de ensayos, cuentos y notables biografías de Vicente Huidobro y Pablo Neruda, de quien fuera amigo íntimo. Acaricia a su gata «Miel» y nos cuenta que un día el poeta Nicolás Guillén se acercó a piropear a una hermosa mujer en Cuba; ella le contestó indignada: «Yo pensé que usted era un caballero»; y Guillén, sin indignarse: «¡Lo cortés no quita lo caliente!».
III
23 de Febrero
Este día, a las 10.00 am, quería felicitar a un amigo por su cumpleaños, pero no pude porque una persona llamó a la empresa en la cual trabajo solicitando un presupuesto en terreno. Acudí a la cita. Cerré el negocio en calle 23 de Febrero, comuna de La Reina, por 48.000 pesos chilenos, y luego, de regreso a la oficina, pude por fin felicitar a mi amigo. Uno a quien de cariño le digo Casisocio, y que tiene una preciosa hija llamada Reina. Hoy 23 de Febrero de 2010 fue su cumpleaños número 48 (de él, no de su niña).
IV
Tijeras Mundial
Mi mamá no encuentra sus finísimas tijeras marca Mundial. Me regaña. Yo todo lo pierdo, todo lo boto, todo lo dejo en cualquier parte porque soy una irremediable desordenada. Sus regaños me persiguen hasta mi cuarto y allí busco desesperada; desordeno más en el desorden. Sólo queda una pila torcida de libros encima del equipo de sonido. Algo entre medio de ellos se vislumbra, un destello plateado: ¡las tijeras! No las veía porque estaban aplastadas por los libros que precedían al álbum del Mundial de Italia 1990 y los que iban debajo del libro Rosario Tijeras de Jorge Franco.
V
Neruda
Año 2004: centenario del nacimiento de Neruda. Neruda en la televisión, en la radio, en la prensa, en todas las librerías, en la calle, en el metro, en los buses, en las avenidas, en la taza de café, en el plato de arroz y en el menú del restaurante al que me invitan a almorzar un desdichado día de Julio: «Hoy: Caldillo de congrio».
VI
Poema
Estoy en mi trabajo, acabo de llegar a la oficina después de largos y tediosos trámites en el centro de Santiago. Reviso mi correo electrónico y veo que un amigo me ha escrito. Me responde a un correo que yo le había enviado días antes y me agrega, “de yapa”, uno de los poemas que más nos gustan:
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes.
Mientras lo leo, suena el teléfono. Descuelgo, contesto en nombre de la empresa y una voz masculina me dice que desea hablar con mi jefe. «Disculpe, ¿de parte de quién?». «De Miguel Hernández». Y pensándolo bien ¿quién otro podría ser?
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