Pioneers of capitalism: The Netherlands 1000–1800
Maarten Prak y Jan Luiten van Zand
Princeton University Press
280 pg.
¿Fueron los holandeses los precursores del capitalismo? Y si lo fueron, ¿cómo les fue en el camino? Los autores de este libro extraordinario se dieron a la tarea de indagar en la sociedad holandesa y su evolución en nada menos que ocho siglos, partiendo en el año 1000. Tomé abundantes notas sobre este libro y esta reseña sería interminable si las concentrara todas acá, pero haré un esfuerzo por resaltar lo que más llamó mi atención.
Los mitos del feudalismo
Uno de los puntos más atractivos e innovadores de este libro – al menos para mí – es su análisis del feudalismo como predecesor del capitalismo. Probablemente me sesgue un poco por vivir en Latinoamérica y estar rodeada de la política particular de los países de este lado del mundo, pero los autores acá ponen el acento en un asunto polémico. Y es que, históricamente, los políticos más populistas de este lado del mundo (y no estoy segura si sólo de este lado), suelen acudir al argumento de la “sociedad feudal” y del “feudalismo” para ejemplificar de forma negativa cualquier asunto que tenga relación con jerarquías abusivas en donde un poderoso opresor se impone sobre un ente oprimido. Lo curioso acá, es que el feudalismo, de acuerdo con las indagaciones y análisis de Prak y van Zanden, no estaba precisamente en el contexto de una jerarquía abusiva y, contrario a lo que se (mal)entiende, fue la “reciprocidad entre señor y vasallo la que terminó en una división de poder que hizo posible que instituciones como el parlamento emergieran” – la traducción es mía, sabrán disculpar –. Durante todo el libro, los autores aluden varias veces a las situaciones que realmente se dieron en el feudalismo, al menos en el holandés – que lejos de ser un sistema de opresores y oprimidos, fue un escenario de intercambio no solo de bienes y servicios, sino de preparación para una república más madura y,
El dilema constante de la desigualdad y las alternativas al capitalismo
Durante todo el libro se plantea la tensión que más se relaciona con el capitalismo y es la desigualdad. ¿Es el capitalismo un causante de desigualdad profunda, de pobres que son más pobres y ricos que se hacen más ricos? Acá los autores hicieron un trabajo espléndido porque dieron a esta pregunta múltiples respuestas, en la medida en que iban avanzando en la historia del capitalismo en Holanda, de acuerdo con cada momento y expuesto todo en el contexto debido. Quizás sea por el cansancio de estos últimos años escuchando alternadamente a muchas voces de todos los sectores políticos, cada cual más estridente, apuntalar la lanza de la desigualdad para todo, pero para mí fue refrescante ir leyendo las condiciones de dicha desigualdad en el marco de esta investigación histórica. Una importante conclusión a la que llegan los autores, a la luz de todos los hechos, es que la desigualdad – al menos la de distribución del ingreso – surgió como consecuencia no tanto de una realidad opresora, sino por el hecho de que la riqueza se concentró en las grandes ciudades, para bien y para mal. De una u otra forma había más pobres porque también fueron atraídos por las oportunidades que esa riqueza atraía; oportunidades que se presentaban en forma de trabajo y de cierta estabilidad laboral.
Otro aspecto interesante que los autores desenmascaran como mito es que el capitalismo, al menos tal como se dio en Holanda, no fue una “orgía de violencia”. Si bien es cierto que al término de la edad media todas las sociedades en Europa experimentaron mucha violencia y dependencia de la guerra, la sociedad holandesa tuvo una transición de corte más pacífico hacia la economía de mercado. Y, contrario también a lo planteado por Marx, esta transición no fue a costa de obligar u oprimir a nadie. Lo cierto es que la sociedad no solo se adaptó, sino que buscó de cierta manera mantener y tratar de mejorar esa economía de mercado.
Leyendo este libro, debo reconocerlo, lamenté mucho que todas estas discusiones, desde la idoneidad del capitalismo hasta la desigualdad, se hayan ideologizado tanto en la actualidad, porque vistas desde la luz de los hechos concretos, en este caso de la historia económica, se pueden analizar con una perspectiva mucho más realista y menos acalorada.
El protestantismo, la alfabetización y el estado de bienestar
Ya en el pasado había leído por ahí sobre la relación entre el protestantismo y el auge de la economía de mercado en Holanda. En este libro ese es otro aspecto que se explora tan bien, que incluso quiero seguir leyendo más sobre el tema. El protestantismo trajo consigo una idea que se promovió fuertemente – sobre todo en las provincias del norte– en la cual cada uno es libre de tener la relación que mejor crea con Dios, sin intermediarios ni voces que lo condicionen. Esta creencia trajo consigo para quienes la adoptaron, la posibilidad de leer la Biblia de primera mano, sin necesidad de un sacerdote o ministro de iglesia que medie en esa lectura. Siguiendo ese orden de ideas, el protestantismo promovió la alfabetización sin exclusión aumentando considerablemente entre hombres y mujeres. Con la alfabetización, mejoró también, por consecuencia, la calidad de vida de las personas, permitiéndoles acceder a los beneficios del comercio y del mercado. Esto me pareció fascinante. El protestantismo creó además mecanismos, instituciones y comunidades que fueron predecesoras de lo que hoy se conoce como “estado de bienestar”, pero – y es un atrevimiento de mi parte esta opinión – sin los defectos del actual.
Y esto que dije me da pie para comentar el último punto y quizás el que más me gustó de todo el libro: en el capitalismo del s. XVII coexistieron dos formas de regulación, las libres economías de mercado y (mi propuesta favorita) la economía de mercado coordinada, en donde coexisten varias formas de cooperación entre instituciones privadas y públicas, sindicatos e instituciones gubernamentales. Y acá está para mí la clave, puesto que los holandeses pioneros del capitalismo entendieron algo que por acá ya se nos olvidó y cito textual – de nuevo perdón porque la traducción es mía – “ante la ausencia de una alternativa seria al capitalismo, propició la urgencia de buscar respuestas a la pregunta de ¿cómo mejorar el sistema existente?” Y de eso se trató todo, de transitar como sociedad, con todas las dificultades del caso, en la búsqueda de mejorar lo que ya les había traído prosperidad, estabilidad, varias conquistas sociales no menores como matrimonios consentidos en donde hombre y mujer eran iguales y hasta el esplendor del arte con Vermeer, Rembrandt y Hals como los más célebres representantes. Incluso en la percepción y consenso sobre la seguridad esta sociedad fue pionera e inteligente, pues todos estaban conscientes de la importancia de las fuerzas de seguridad, del rol del ejército en el mantenimiento de la paz para poder mercadear con tranquilidad y de su aporte a la sociedad.
Y la anécdota final…
Hace ya un par de años cerré mi cuenta del entonces Twitter (que ahora se llama X). Antes de cerrarla, me preocupé de conservar algunas cosas que me parecían interesantes, entre ellas, el enlace al canal de Youtube del economista colombiano Javier Mejía, quien trabaja en Stanford. Su canal es una delicia para quienes somos fanáticos y buscamos ávidamente lecturas sobre la historia económica. Sin embargo, pasó el tiempo y nunca me volví a asomar por allá hasta que un día, por azar, me encontré en mi celular una captura de pantalla de la portada de un libro, precisamente de este libro, recordé de inmediato el canal de Javier y revisé la entrevista que le hizo a los autores – la cual les recomiendo, por supuesto – para luego conseguir el libro y disfrutarlo. Esta es solo una muestra más del improbable y azaroso camino de todos los libros que nos encuentran ellos a nosotros, y no al revés.