Entrevistas

Interview with Peter Stothard

Welcome, Mr. Stothard.

You have been the editor of The Times for 10 years, and now you are the editor of The Times Literary Supplement. A world about books tends to run at a much slower pace than a world about news. Is this a relief for a professional that has been the editor of a renowned newspaper for such a long time?

I was a lover of Greek and Latin literature long before I fell into British politics. I read as many contemporary novels as I could long before I read a Labour or Conservative pamphlet. I regularly read the TLS before I regularly read The Times. It’s good to be home.

The emergence of the Internet is radically changing the way we approach information, including the way the media communicate with the public. In this connection, what further evolution can be expected for the TLS in the near future?

The aim of the TLS is to identify and explain the best in literature and ideas. The internet is a way ofcommunicating what we do – and finding readers. Evolving new ways of doing the latter is the more important.

I would like to know your personal appraisal of English contemporary literature. Along history, English literature has contributed phenomenal writers and thinkers to our culture. Is the current situation consistent with that trend? As things stand now, is it foreseeable the trend will continue in the future?

Therehave been great periods for producing English literature that lasts. We like to remember those. There have been periods better forgotten. We do forget them. Future trends? We can’t see them. Hard work and hard thinking have always been the doors to the good, whatever writers like to claim. In England today anyone can seek those doors, not only, or not even especially, the English.

Many writers have always been more or less influenced by the literary vogue of their time. This is probably more so nowadays, when books are often treated as one more product of a mass market. Are we perhaps overlooking any authors due to the overwhelming influence of more ‘trendy’ literary styles or subjects?

The mass market was as important at the end of the 19th century as it is now. Popular writers, by their very popularity, show something of their time. Literary writers – defined as those with higher intentions to last – sometimes did last and sometimes still will. I suspect we are overlooking fewer contributors to literature than at any time since the first words were written.

From your standpoint, what is the relative weigh of Latin American novel in the present world’s literature? Is it contributing more, or less, than during the boom of the 1970s?

I don’t know. At the TLS, unlike at many other places, if you don’t know, you don’t say.

As times passes, we often find ourselves looking at the past under a different light. Seen from that distance, was the boom of the 1970s the literary milestone it was then claimed?

I am tapping out these replies in a library of fiction that I began assembling in 1970. Many of the names around me are now wholly forgotten.When I am ready to throw them away I will be ready to answer this question.

As thousands of other critics all over the world, you have recently started your own blog. Would you say that blogs fill a gap that was there to be filled or, on the contrary, they are redundant and somehow becoming an obligation you would rather live without?

I write a blog as a way of bringing readers in to the TLS. I write about what I’m reading as a modern way – so it seems – of bringing readers to what our critics write.

This sudden mushrooming of bloggers is one more consequence of the emergence of the Internet, where any person can now communicate with any other one (almost) without restrictions. Will it be possible to keep the relation quantity/quality that prevailed before the Internet? Are we poised to a new Babel Tower for excess of information, or will an equilibrium be reached some day?

There will be no equilibrium. That would be death both for art and for the appreciation of art. There will be imbalances, sometimes swinging imbalances, and much good from that.

Do you now have as much spare time to mow your lawn as ten years ago?

I have more spare time. My children have grown up. I have lawns but, bad as this may sound, I don’t mow them.

Entrevista con Valentí Puig

I

ESTE MUNDO CHICO

Valenti Puig
Valentí Puig

Cuando leo sus artículos, sus columnas y cuando leo en general a todosaquellos periodistas que analizan con cierta frecuencia la política mundial, siento que el mundo se hace cada vez más pequeño y que cada vez nos interesa más pensar en lo que sucede “al lado” o “allá”, por decirlo de alguna forma. Sin embargo, no es una tarea muy fácil eso de echar una mirada al mundo “allá afuera”.

¿Cuál cree que es el tema internacional de carácter político o social, que actualmente es más difícil de analizar y comprender y por qué?

VP/ Oriente Medio, por la multiplicidad de factores, por el componente religioso, la larga secuencia histórica, la escasez de agua, el petróleo y el arduo contraste entre Israel y su entorno geopolítico.

Corríjame si estoy equivocada, pero creo que fue a partir del atentado a las Torres Gemelas en 2001, que se agudizó el llamado “choque de civilizaciones” entre occidente y oriente, que se venía sucediendo desde hacía mucho tiempo. De alguna forma la opinión mundial se polarizó: unos creen que Bush es un “diablo” (como lo dijo el mismo Chávez), otros creen que el “diablo” el Ben Laden y así, de alguna forma, el fundamentalismo religioso islámico se hizo presente en Occidente con su rabia y el fundamentalismo imperialista estadounidense se hizo presente en oriente con sus avanzadas.

¿Cuál es su posición, su principal punto de vista con respecto al conflicto Oriente-Occidente?

VP/ A veces cuesta no creer que, efectivamente, estamos en el umbral de un choque de civilizaciones. Digamos que lo que no cesan son los conflictos porque son la materia de la Historia y de la propia vida. Hoy estamos ante la inminencia de conflicto originados por la búsqueda de recursos energéticos que en algún instante pudiera ocasionar enfrentamientos bélicos. Es la petro-política. De ahí que Usa y UE anden proponiéndose una menos dependencia energética en el menor tiempo posible. Piénsese que España importa un 80 por ciento de la energía que consume. En otro plano, no estamos en el más nítido de los panoramas para vislumbrar un Islam moderado. Al menos aparentemente, pasamos por una fase de dislocación, con la emergencia aparatosa de China.

¿Qué piensa de las actitudes que han tomado los principales gobiernos implicados en este conflicto como Estados Unidos?

VP/ Cabe distinguir entre las decisiones tomadas en el pasado con la información que se tenía o se creía tener y lo que hemos sabido “a posteriori” sobre el efecto de aquellas decisiones. El caso de Irak es muy característico. Hubo demasiadas prisas por parte de Washington, una mala planificación y una carencia de alianzas.¿De verdad se creyó posible democratizar el mundo árabe o que la ruta hacia Jerusalén pasaba por Bagdad? No es menos cierta la naturaleza nociva del régimen de Saddam Hussein. Lo cierto es que ahora pensamos que una mayor dosis de multilateralismo y algunas de las constataciones del “Iraq Study Group” no hubiesen estado de más. Había tiempo y, además, convenía asegurar la eficacia en la intervención de Afganistán.

¿Qué papel cree que juega España en este contexto y cómo cree que ha sido la posición de los gobiernos que se han sucedido (los de Aznar y Zapatero), al respecto?

VP/ Aznar actuó en virtud de un criterio de política exterior que se proponía poner a España en un papel más preponderante. USA era el aliado que había ayudado a España para contener los caprichos de Marruecos y para proporcionar información que era muy útil para acabar con el terrorismo de ETA. Esas cosas no tienen por qué olvidarse tan fácilmente. Zapatero interpretó el atentado islamista del 11-M en Madrid como, en parte, una oportunidad política a las puertas de unas elecciones. Llegó al poder y retiró las tropas españolas de Irak, incluso antes de lo institucionalmente debido. De ahí proviene el rifirrafe constante entre gobierno y oposición, con altos grados de encono.

Vamos a trasladarnos de zona geográfica de conflictos. Pasemos a Latinoamérica. Leí un artículo bastante fuerte y completo, en donde repasaba el panorama político latinoamericano, específicamente a Chávez y su reelección durante seis años más y a sus “vecinos” continentales: Calderón, Ortega, Evo Morales, etc.

¿Qué piensa del camino que ha tomado Latinoamérica en este último tiempo, en donde se han sucedido en el poder representantes de distintas formas de la izquierda, Lula en Brasil, Evo en Bolivia, Chávez en Venezuela, Ortega en Nicaragua?

VP/ Al final de los procesos electorales del 2006, el panorama del populismo y neocomunismo quizás no sea tan alarmante como pudo parecer hace unos meses. Está Chávez, claro, y también Kirchner, se quiera o no, un peronista. Pero Lula, Alan García, Tabaré en Uruguay, Bachelet, pueden contrarrestar desde la izquierda moderada, el empuje populista y racionalizar las políticas económicas en la medida de lo posible, aunque competir en un mundo globalizado requiere mejorar la productividad y realizar las reformas que en España, por ejemplo, practicó el aznarismo.

¿Es coincidencia esta situación, o cree que es indicio de que algo más está pasando en Latinoamérica, específicamente en las expectativas del pueblo?

VP/ Existe una crisis de la política, que es parte del desprestigio de los partidos políticos tradicionales. El anacronismo de los lideratos indigenistas quizás sea un fenómeno cíclico. Ciertamente, cuesta creer en las virtudes de la política cuando se han visto tan de cerca todos sus defecto pero toda sociedad necesita una cierta noción del bien común. Nuevas generaciones pueden acceder a la vida política y renovarla. En este sentido, nada está escrito para siempre.

Imaginemos un poco: ¿qué alternativas que vendrían para Cuba si Fidel falleciera mañana?

VP/ Inicialmente, el tránsito pretoriano que representa Raúl castro y en otro “tempo” una sedimentación de elementos reformistas que lleven a un cambio democrático un poco a la española. La carestía imperante en Cuba requerirá una ayuda internacional que inyecte posibilidades de crecimiento económico y desactive los impedimentos totalitarios al despliegue de la economía de mercado y a la institucionalización del Estado de derecho.

II

LITERATURA E HISTORIA

Usted es escritor y se ha manejado en todos los géneros literarios. ¿A la hora de analizar la Historia, qué papel juega la Literatura?

VP/ La Historia como género –el caso de Tucídides- tal vez sea el hermano mayor de la novela. Y la novela como panorama –Tolstoi, por ejemplo- se adentra en la Historia en términos de una vitalidad incomparable. Balzac, Galdós, Lampedusa, quien sea, sitúan a los individuos en el contexto histórico con una precisión sin igual. En este sentido, tal vez la novela de este siglo esté al final de un proceso de declive y espere algo nuevo, quizás una nueva épica, a la altura de lo que ocurre históricamente.

También es biógrafo y quien más ha estudiado el trabajo y la obra de Joseph Pla, uno de los más importantes escritores en catalán: ¿En qué aspectos y valores radica la riqueza de la obra de Pla? ¿Qué lo motivó a estudiarlo tan atentamente?

VP/ Fundamentalmente, Pla es un observador de la naturaleza humana y de ahí se pueden extraer lecciones vitales. Es a la vez el mayor prosista de la lengua catalana, un espectador de la Historia, un viajero, un escritor político y un lírico del paisaje.

Hablemos de cultura catalana y de la lengua catalana. Dentro del contexto histórico español actual, y según su experiencia,¿en dónde radica la importancia o qué es lo que usted destaca de la cultura y el idioma catalán?

VP/ Me temo que la cultura catalana no está pasando por un buen momento. Todo parece inconsistente, fragmentario, poco sustancial. Algo tendrá que ver el nacionalismo cono todo eso, al contrario de lo que se pudiera haber supuesto en el pasado.

Cómo se siente más cómodo escribiendo, ¿en catalán o en español?

VP/ Indistintamente, aunque en el caso de la poesía soy proclive a usar más el catalán. Ambas lenguas son una patria, y el catalán –como materna- quizás tenga algo de matria.

III

ALGO SOBRE TECNOLOGIA

La forma de transmitir la información, sin duda, se ha transformado en los últimos años, se han achicado las fronteras y todos tienen algo qué opinar y sobre todo, pueden hacerlo, ya que internet provee todos esos medios para facilitarlo.

Sin embargo, muchos periodistas y escritores tienen sus reservas con respecto a esta “apertura”.

¿Cómo percibe usted el fenómeno de los blogs, por ejemplo y qué apuntes puede hacer al respecto de la digitalización de los medios y la forma vertiginosa en que la tecnología está afectando la información y la opinión hoy en día? ¿Alguna posición en particular?

VP/ Habrá una proceso de selección casi darviniana de tanto “blog” y quedarán los más frecuentados. Prosigo confiando en los medios tradicionales, ya sean impresos o en edición “online”. Veremos hacia donde lapublicidad. Por el momento, prefiero escribir mis columnas en un periódico –impreso, “online”- que lanzarme como Robinson Crusoe, a la aventura de un “blog” como islote.

JUEGO DE SUPUESTOS

Vamos a imaginar un poco. Si pudiera relacionar a la siguiente lista de personajes y conceptos (por sus características particulares), con un animal, qué me diría?

El presidente Zapatero, un depredador con aire inocente.

El Islam, una masa abigarrada que a veces entra en estampida.

Bush, actualmente parece un bisonte extraviado.

Chávez, cacatúa mediática con reservas petrolíferas.

Daniel Ortega, ejemplar en constante metamorfosis.

La izquierda latinoamericana, especie entre jurásica y pragmática.

La Unión Europea, animal amedrentado, pusilánime.

El Siglo XX, un inmenso cementerio de especies sin nombre.

España, animal noble ensimismado por una falsa encrucijada.

Y LA ÚLTIMA

Le gusta una mujer y un amigo en común de ambos le dice que el secreto para conquistarla es regalarle un libro, en lugar de flores, en la primera invitación a salir que le hagas. Decidido a hacerlo ¿Cuál cree que sería el libro ideal para lograrla conquista?

VP/ Una novela delicada, de Kawabata o de Turguenev.

Entrevista con Óscar Hahn

En esta ocasión, quiero dar la bienvenida a uno de los mejores poetas chilenos, perteneciente a la generación del 60. De la mano de Oscar Hahn, llegan juntos la fantasía, el amor y la muerte en la forma de una de las poesías más interesantes del Siglo XX. Bienvenido.

PRIMERA PARTE:

METODOLOGIA DEL POETA.

En varias ocasiones usted ha dicho que la poesía llega en forma de apariciones, incluso en lugares un tanto incómodos

Oscar Hahn
Oscar Hahn

para darles materialización inmediata, pero a su vez también ha planteado que la poesía sea como una obra de arte y de la importancia de que el poeta se maneje dentro de aspectos más técnicos de la literatura… ¿De qué manera puede conjugar usted esos dos aspectos tan diferentes en la construcción de la poesía?

Los dos factores que usted menciona son fundamentales en mi trabajo poético. Las apariciones son el lado oculto, imprevisible, ajeno a mi voluntad. Si las apariciones no se presentan, no tengo pista de lanzamiento para que el poema despegue. En cambio, cuando se presentan, ellas mismas me instalan en la ruta que debe seguir el poema. En este punto interviene mi conciencia estética, que va orientando al texto por el camino deseable, siempre dentro de una concepción del poema como obra de arte.

Y esas apariciones, son así de repentinas y misteriosas, o en algunas ocasiones <<algo>> las ha sugestionado?

En general surgen sin que yo pueda establecer la causa de la aparición, pero ha habido casos en los que he podido determinar su origen. Por ejemplo, uno de mis poemas recientes, “Esperando el ascensor”, fue activado por una escena de una película. No es que después de verla yo hubiera decidido escribir un poema, sino que la aparición se presentó inmediatamente después de la escena, de manera súbita. Y algo para meditar: en esa escena del film no hay ningún ascensor.

¿Recuerda cómo fue la primera aparición que lo asaltó?

Yo había escrito varios poemas muy voluntaristas, porque pensaba que así funcionaba la poesía: hoy día me voy a sentar a escribir sobre esto o aquello. Pero algo en mi interior me dijo que esos poemas no eran logrados y los tiré a la basura. Entonces pensé que la poesía no era lo mío. Un día que estaba en cama enfermo me visitó la primera aparición, que terminó siendo el poema “Reencarnación de los carniceros”. Ahí descubrí que lo que más juicioso era tener paciencia y esperar que las apariciones surgieran solas.

Desde hace muchísimos años usted vive en Iowa, y si bien es cierto que se puede escribir desde cualquier parte, ¿nota alguna diferencia de lo escrito en Chile, cuando su residencia estaba fija en ese país, de lo que ha creado fuera de él?

Vivir en el extranjero me ha proporcionado una cierta distancia con respecto al lenguaje que utilizo. Esto ha posibilitado que note ciertas características o detalles estilísticos del castellano o del español de Chile que puedo usar en mis poemas. Ese es un aspecto. El otro es que dejé de percibirme sólo en el contexto de la poesía chilena, lo que era muy limitante, y empecé a situarme en el contexto de la poesía universal. De este modo se amplió mi radio de preferencias. Por último hay algo obvio: para bien o para mal, las experiencias y vivencias que uno tiene en otro país no son las mismas que tiene en el país natal e incluso contribuyen a modificar la percepción de las experiencias del pasado.

Cuál considera que es el cambio más significativo en su trayectoria poética, en todos estos años.

Parece que he ido pasando desde una expresión más o menos barroca a una expresión más directa y sin burocracia verbal. También observo un preocupación mayor por el orden en que aparecen las distintas unidades que hay adentro del poema. Esto ocurre quizás por influencia del montaje cinematográfico.

SEGUNDA PARTE:

DE INFLUENCIAS Y PEDAGOGÍA

En su poesía se conjugan influencias de épocas muy diversas. De repente existen aires de la Edad Media, de repente aparece el Siglo de Oro y de pronto se manifiestan influencias de Elvis Presley, de cultura pop, beat… ¿Siente que algo en particular lo atrae más? ¿Alguna voz de una de esas épocas lo llama con más fuerza?

Una vez Enrique Lihn dijo que mi poema “Gladiolos junto al mar” era un soneto gongorino, pero que no podría haber sido escrito por Góngora. Es decir, aunque uno tome elementos de la tradición, siempre resultan filtrados por el poeta de hoy. Todo confluye en el presente, de modo que la llamada tradición puede coexistir perfectamente con la modernidad. Lo moderno o posmoderno, creo yo, no se refiere a la procedencia de los materiales que uno utiliza, sino a una singular visión del mundo y del lenguaje.

Si pudiera describir su trayecto en la poesía, mencionando poesía y autores que lo han influenciado, a través del tiempo desde comenzó a escribir, hasta hoy día, ¿qué quedaría finalmente?

Si me limitara solamente a las influencias que provienen de la poesía, estaría dando una impresión muy parcializada de lo que es mi mundo poético. Pero vamos por partes. Algunos autores serían los poetas medievales espanoles, San Juan de la Cruz, algunos barrocos como Góngora y Quevedo; luego Rimbaud, T. S. Eliot , César Vallejo, y en un lugar muy destacado, no la poesía, sino la narrativa fantástica. Pero también están el cine, la pintura, la música clásica, el jazz y el rock.

De qué cree que carece la poesía actualmente, qué le gustaría leer de este tiempo que vivimos.

Hay varios factores que influyen negativamente en la percepción de la poesía, o mejor dicho, que alienan al lector en cuanto tal. Uno de esos factores es el excesivo énfasis que se le está dando a la figura del autor real, a expensas de la obra, y que se aproxima bastante al culto a la personalidad. La figura del poeta como farandulero es cada vez más predominante. Nos estamos acercando al punto en que para ser considerado poeta ya no se necesitará haber escrito poemas, sino hacer el papel de poeta, según el libreto que impone la farándula: el loco, el alcohólico, el maldito, el muerto prematuro, el marginado, aunque sus poemas sean mediocres. Todo esto ocurre con la complicidad de los críticos, cuya función en la actualidad no es orientar a los lectores sino desorientarlos.

Cómo profesor de una universidad tan prestigiosa como la de Iowa, ¿se ha impuesto alguna meta particular con respecto a sus alumnos?

Yo tengo un principio muy claro con respecto a los poetas que estudio en mis cursos, y ese principio es el pluralismo. A diferencia de algunos poetas-profesores, que sólo incluyen a autores que son afines a su propia poética, yo incluso muestro propuestas que a mí, personalmente, no me atraen, pero que han cumplido una función significativa en el desarrollo de la poesía. Es decir, trato de poner una gran variedad de cartas sobre la mesa y dejar que los alumnos elijan.

TERCERA PARTE

SIMBOLOS, IRREVERENCIA y ENSAYO

Su poesía, tiene, a mi parecer, una gran carga de símbolos, para llamar al amor, para insinuar la sensualidad, para la muerte, la mujer… Cuando identifico esa particularidad, me asalta una duda, esa simbología ¿es un recurso para dar un toque fantástico a la poesía? O bien hace parte de una exteriorización de dudas y la búsqueda personal de formas acercarse a la muerte, o definir el amor o expresarse sobre el sexo (búsquedas que podrían ser suyas como autor o las del lector común y corriente)

Pienso que los símbolos, cuando obedecen a motivaciones profundas, emergen por su cuenta y sin la manipulación del autor. Yo nunca me he propuesto poner símbolos en mis poemas. En cambio, lo más probable es que los elementos fantásticos provengan de mi trato con la narrativa fantástica. En cuanto al amor y al erotismo, no creo que tengan un origen meramente literario. Cuando aparecen en mis poemas, siempre hay detrás un estrato vivencial.

También dijo alguna vez que no le gustaba casi tener que asistir a leer en público su obra y que lo hacía más por cumplir con los requerimientos de promoción de la editorial. ¿Cómo prefiere que sea la relación con sus lectores?

Así es. Yo preferiría no tener que aparecer en público. No veo por qué tendría que relacionarme con mis lectores como persona real. Mi relación con ellos es a través de mis textos. Quiero pensar que el doble mío que habla en mis poemas tiene mucho más que decir que el individuo real que escribe los poemas.

Tengo entendido que alguna vez la crítica fue muy dura con usted y lo censuraron porque en uno de sus libros, los versos fueron bastante expresivos, especialmente sensuales. ¿Siente que es un poeta irreverente? ¿Hay alguna atracción especial en serlo o en intentar serlo?

Seguramente usted se refiere a la prohibición de Mal de amor en 1981, por la dictadura de Pinochet y no a los críticos. En efecto, el libro fue censurado por el gobierno. No solo no he buscado ser irreverente, sino que hasta ahora mismo ignoro la razón real de la censura. El poeta español Luis García Montero planteó esto muy bien cuando dijo que yo era “un poeta sin miedos”. En poesía hago lo que tengo que hacer, sin pensar en el qué dirán o en el establishment literario o religioso o político. No sé si eso significa ser irreverente.

Usted ha elaborado ensayos y estudios críticos sobre otros autores como Borges, Huidobro, Lihn, ¿alguno en particular le ha resultado más complicado a la hora de hablar sobre él?

Es curioso, porque así, a priori, parecería que el más complicado fue Borges. Pero no: fue un cuento de Enrique Lihn que se llama “Huacho y Pochocha”. El fundamento teórico de ese texto es muy sutil y bastante difícil de explicar, ya que pone en jaque una serie de ideas preconcebidas sobre el realismo en literatura.

CUARTA PARTE:

ALGUNAS PREFERENCIAS

 

El poema suyo que le es más especial y por qué:

Quizás “La muerte es una buena maestra”, porque aunque a ratos parece un texto fantástico, está basado en la experiencia real de haber estado yo mismo al borde de la muerte.

El libro de su autoría que más le gusta y por qué:

No tengo ninguna preferencia. Cada uno de mis libros tiene su razón de ser en la historia de mi vida y de mi poesía.

Su poeta chileno preferido:

Hay varios, pero si se trata de nombrar a uno solo, elijo a Enrique Lihn.

Sobre qué o quien ha querido escribir alguna vez y no lo ha logrado

Sobre “Piedra de sol”, el gran poema amoroso de Octavio Paz.

Su inclinación más fuerte, por el ensayo o la poesía:

Bueno, la poesía, porque es como mi sexto sentido; el ensayo, en cambio, es más que nada una necesidad profesional.

¿Todavía es consumidor de sopas Campbell? (según lo dice en su poema TELEVIDENTE) ¿cuál es su favorita?

Sigo siendo un pésimo cocinero, así que todavía dependo de las sopas Campbell. La que más me gusta es la crema de champiñones.

Usted fue amigo cercano de Rodrigo Lira, poeta chileno que está muy presente en este blog. Qué es lo que más recuerda de él, como poeta, o como amigo, o cualquier cosa.

Recuerdo ese recital mío en el que un joven desconocido me preguntó al final: “Usted una vez suscribió las siguientes palabras de Rimbaud: Quiero llegar a ser poeta y trabajo para conseguirlo. ¿Sigue pensando lo mismo?”. “Así es”, respondí. Y él dijo: “Pues bien, quiero decirle que ya lo consiguió”. Ese joven resultó ser Rodrigo Lira. Me acuerdo también que Rodrigo me acompanó una vez a una entrevista que me hicieron en la revista La Bicicleta, y aunque no era uno de los entrevistadores, de vez en cuando hacía acotaciones muy lúcidas sobre mi poesía.

Y la última:

Le gusta una mujer y un amigo en común de ambos le dice que el secreto para conquistarla es regalarle un libro, en lugar de flores, en la primera invitación a salir que le haga. Decidido a hacerlo ¿Cuál cree que sería el libro ideal para lograr la conquista?

Nunca he visto a la mujer como una especie de castillo que uno tiene que conquistar, pero si usted me pone entre la espada y la pared, yo le regalaría Para vivir un gran amor de Vinicius de Moraes.

Entrevista con Ramón Cote Baraibar

Poemas para una fosa común, fue tu primer libro, y en el prólogo dices que «la fosa común» son los recuerdos. En el 83, cuando este libro fue publicado por primera vez, tú tenías solo 20 años. ¿Qué podía haber en esa «fosa común» a tan temprana edad, que dio lugar a los poemas del libro?

Pedro Cote.
Ramón Cote Baraibar. Foto: Pedro Cote.

Ese es el dilema. En el prólogo que escribí para la reedición de mi primer libro comenté que habría sido una falacia llamarlo Hábito del tiempo, como inicialmente se titulaba, por los pocos años que tenía y que llamarlo Fosa común se acercaba a lo que quería decir, olvidando que estaba dejando un dato por fuera, un matiz que podría pasar por político cuando lo que intentaba era todo lo contrario. De manera que a los veinte años uno también ya tiene recuerdos y uno sabe que muchos de ellos son insalvables, o al contrario, los recuerdos lo salvan a uno. En el caso específico de Fosa común, una gran parte de esos poemas los escribí cuando viajé a España en 1983 y por tanto quedaba atrás mi infancia y adolescencia colombiana. Al ver lo perdido, lo que solo era recuerdo, consideré que la memoria era un gran cementerio no de nombres sino de recuerdos anónimos, de fosas comunes. Además, Laura, ten en cuenta que mi padre murió cuando yo tenía año y medio, así que cuando uno nace con una ausencia, las presencias son más difíciles. Como dice Mark Strand, no escribo para encontrar un origen sino para compensar una pérdida.

Hay una especie de discusión en los poetas. Algunos dicen que puede existir una «musa» inspiradora, pero que no lo es todo para crear, también se necesita disciplina, compromiso. Otros por el contrario, creen que sí, que la poesía implica un «algo», esa musa inspiradora, que agarra en cualquier parte y hace surgir los versos. Tú qué dices?

Perdóname lo políticamente correcto de la respuesta pero creo que ambas condiciones son necesarias. Lo que me parece verdaderamente importante es que lo escrito, por causa de lo uno o de lo otro, mantenga un equilibrio exacto entre la

emocción, la reflexión y la escritura. No sé si recuerdas ese famoso ensayo de Auden en la Mano del teñidor -«Hacer, conocer, juzgar»- donde habla del Censor que todo escritor debe llevar dentro. Aún así, las musas deben ser oídas, como alguien quería, y también censuradas….

¿Cuál definirías como el poema más importante que has escrito. Y por qué?

Espero que me perdones el juego de palabras pero creo que cada época tiene su poema y cada poema tiene su época. Mira, alguien dijo alguna vez que uno antes de los veinte años debe escribir un gran poema, o al menos un buen poema, para poder seguir adelante. Y antes de los treinta y antes de los cuarenta. Recuerdo ahora la famosa frase de Delacroix según la cual un poeta a los veinte años es un joven de veinte años, mientras que un poeta a los cuarenta es un poeta.

Sé que todo lo que te he dicho anteriormente es para evitar contestarte, pero ya que me acosas tanto, me apuntas con el dedo cibernético, te diré que hay poemas con los cuales me siento muy a gusto: Carta rota, La soledad luminosa, y algunos de Colección privada como son los de Ginebra Benci, y el de Balthus.

También eres antologista. Ya en 1992 hiciste una antología de la joven poesía latinoamericana en Diez de ultramar. Y ahora preparas otra antología sobre poesía colombiana del siglo XX.  Y en tu antología personal, ¿cuáles son los autores que consideras más te han influenciado?

Eduardo Llanos me regaló una antología de la poesía chilena, editada en 1976, libro que todavía leo y releo, hecha por Jose Luis Martínez, si no me equivoco. Te lo cuento porque una de mis pasiones siempre han sido las antologías, no tanto como para llegar a los extremos maravillosos de Eduardo, a quien le conseguí un ejemplar de la Ultrantología, una antología del poema corto aparecida en Colombia en una edición de 300 ejemplares. Se la regalé con el gusto de que sabía que le estaba haciendo el mejor regalo del mundo. A los 18 descubrí una antología, bueno, dos, que me cambiaron la vida. La primera, la de la poesía norteamericana traducida por Cardenal y Coronel Urtecho, editada por Aguilar y la antología de la poesía nicaragüense, ésta publicada por el entonces llamado Instituto de Cultura Hispánica. No quiero detenerme en nombres pero es imposible no hacerlo… Mira, para mi Eliot, Sandburg, Laughlin, Stevens, MacLeish, W C Williams, Lowell se me clavaron en la mente como arpones. Y como lo mejor de toda antología es lo que sigue a continuación, es decir, la búsqueda individual de cada poeta, pude constatar que ese impacto inicial perduraba en sus libros. Y de los nicaragüenses, mira, hay un poeta olvidado que se llama Joaquín Pasos que es extraordinario. Su Canto a la guerra de cosas es maravilloso. Bueno, ni qué decir tiene cuando le seguí la pista a Pablo Antonio Cuadra, a Ernesto Mejía Sánchez y descubrí después a Carlos Martínez Rivas. Qué poetas, por favor!!

Y ya que me tiras de la lengua desde el ciberespacio pues te diré que Neruda, en mis inicios fue fundacional para mi, como más tarde lo fue Huidobro. Creo que todo poeta se divide en antes de leer Altazor y después de leer Altazor. Y, por otra parte, el descubrimiento, así lo fue para mi, de la poesía de Alvaro Mutis, fue una de las experiencias más decisivas y generosas y fructíferas de toda mi vida. Saber que el surrealismo no estaba en las calles de París sino en los hangares olvidados de los ríos colombianos fue algo que todavía me conmueve, saber que se podía hacer poesía con el paisaje, con la destrucción, o al revés, comprender que todo eso está repleto, rebosante de poesía. Saber que la palabra «zinc» es tan importante -y poética- como cualquier otra. Lo importante es encontrarle el lugar donde ponerla. El lugar exacto. Lee el Nocturno de Mutis y verás. «Las gotas sobre el zinc de los tejados…»

Bueno, creo que se me fue la mano, y eso que todavía no te he hablado de otra de las grandes influencias que he tenido: la generación española del 50. Me marcó y me marca, me emocionó y me emocionan, poemas de Claudio Rodríguez, de Gil de Biedma, de Barral, de Jose Angel Valente. Sobre todos los dos primeros son los poetas que creo haber leído más en mi vida. Mejor no sigo porque los que están leyendo esto se van a aburrir…  Te debo Elytis, Gamoneda, Simic, Paz, Sánchez Peláez, Enrique Molina, Strand, Teillier…

¿Me adelantarías algún nombre incluido dentro de la antología que estás trabajando para Editorial Visor?

Pedro Cote.
Foto: Pedro Cote.

Mira, lo que me pides es absolutamente imposible. Te cuento la anécdota de un poeta colombiano de los 50´s, Fernando Arbeláez, quien en 1964 hizo una excelente antología de la poesía colombiana. Veinte años más tarde alguien le preguntó la razón por la cual él vivía desde hacía tanto tiempo en Estados Unidos. Entonces Arbeláez contestó: «¿Se acuerdan que en 1964 hice una antología de la poesía colombiana…? Pues eso».

Si te los llegara a adelantar sería preciso contar con una carta firmada por notario en la cual me asegures tú que una vez «develada» la lista me recibirás en tu casa, me alimentarás durante tres años seguidos, saldrás a comprar los bombillos para la lámpara donde leeré hasta que la cólera de los compatriotas amaine… Así que ya sabes: si te los digo debes prepararte porque en abril te llego a Santiago con mis bártulos…

Oye, Laura, otra cosa. Y esta antología es, como todas las de la colección, esencial. De manera que se llamará Antología esencial de la poesía colombiana del siglo XX. Este trabajo será el tercer número de la colección que bajo el sello de La Estafeta del viento, como sabes la revista de la Casa de América, publicará en los próximos meses la editorial Visor. Ya han salido las antologías de Venezuela y de Chile, a propósito, excelente trabajo, hecha por Julio Espinosa Guerra. Me da tristeza reconocer que desconocía muchos nombres, pero me alegra saber todo lo que me espera cuando tire del hilo de cada uno.

¿Quién o quiénes crees que son los poetas de Latinoamérica más importantes para su historia literaria?

Te digo los que ya te mencioné: Mutis, Enrique Molina, Sánchez Peláez, Teillier, poeta este que he empezado a leer desde hace unos cinco años y me parece extraordinario. Y en esa lista hay que mencionar a Borges, Blanca Varela, Eielson, Paz, Villaurrutia, Hahn, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Gelman.

Alguna vez me veía enfrentada a una discusión, en donde me decían que el hacer poesía y que la literatura en general, no podían contribuir en nada a especialmente a Colombia, un país con una situación tan compleja, que no tiene para cuando acabar. Son oficios mirados en menos. ¿Qué piensas acerca de la posible contribución social que pueda tener o no la literatura en general, en un país como Colombia?

Tu pregunta es compleja y por lo tanto la respuesta también lo será. Pero vamos por partes. No creo que la poesía en Colombia sea un oficio menor o no tenido en cuenta. He tenido la fortuna de estar dos veces en el Festival de Poesía de Medellín y las elogiosas palabras de Gonzalo Rojas se quedan cortas, he dictado talleres y conferencias, he dado lecturas en muchas partes de mi país con una convocatoria siempre impresionante, conmovedora, algo que nunca vi ni de lejos en España o Italia, o en Estados Unidos. Eso por un lado. Por el otro, me parece mucho mejor que la poesía no tenga ningún papel en el cambio de la sociedad porque dejaría de ser poesía y se convertiría en una herramienta de algo, perdiendo su pureza y su esencia.

Es muy curioso, Laura, que te digan que la poesía no puede contribuir en cambiar nada en Colombia, como si las personas que te lo preguntaran supieran cómo hacerlo. Me gustaría saber cómo ellos han contribuido y qué eficacia han tenido, para considerar a las artes en general como una condenadas.

–        Si pudieras ser un poeta, serías… Blaise Cendrars

–         Si pudieras ser una poetisa, serías… Safo (qué delicia sería el vivir al menos un día en Lesbos!!!!)

–         Si pudieras ser un poema, serías… Dygnum Est, de Elytis

–         Si pudieras ser uno de tus poemas, serías… Expedición Botánica

–         Si pudieras ser un libro de poemas, serías… Residencia en la tierra

–         Si pudieras ser un lugar de Colombia, serías… Barú

Y la última

Te gusta una mujer y un amigo en común de ambos te dice que el secreto para conquistarla es regalarle un libro, en lugar de flores, en la primera invitación a salir que le hagas. Decidido a hacerlo ¿Cuál crees que sería el libro ideal para lograr la conquista?

«Las personas del verbo», de Jaime Gil de Biedma, sin pensarlo dos veces y sin lugar a dudas. Allí hay de todo: amor, pasión, sexo, camas, moteles, pero también viajes, lunas, estados de ánimo que coinciden con las etapas sinuosas del enamoramiento. Se respira una libertad, un cierto feliz libertinaje, acompañado por una demoledora inteligencia y una sensibilidad siempre contenida pero con alto sentido de la carnalidad. Como lo recuerda en uno de sus poemas, siguiendo a John Donne, que el misterio del mundo es el espíritu, pero el cuerpo es el lugar donde se le lee. Y esa autocompasión fingida no era más que un disfraz para enamorar, tal como el propio GdBiedma lo confesó al decir que él empezó escribiendo poesía para divertirse y que le fue cogiendo el gusto hasta que se convirtió en una adicción, para lo cual tuvo que inventarse un personaje inteligente, guapo y bebedor llamado Jaime Gil de Biedma.

Encuentro con Gioconda Belli

Por Alvaro Castillo Granada

En Mayo, después de presentar su libro «El pergamino de la seducción» en la feria del libro de Bogotá, Alvaro Castillo se encontró con Giconda Belli. A continuación el producto final de este encuentro.

Alvaro Castillo Granada. Foto de Amir Valle

«Esto no me puede estar sucediendo a mí… ¿Por qué otra vez, apenas hace un minuto la ensayé y funcionaba perfectamente? ¿Por qué? La vez pasada fui a entrevistar a Jorge Regueros Peralta, cuando estaba haciendo mi investigación sobre la primera visita de Pablo Neruda a Colombia, y logramos, con Federico, que él leyera, con una voz de trueno, el tercero de los «Sonetos punitivos», aquel que dice «No te metas, Laureano, no te metas», de tal manera que a todos nos emocionó y casi nos hace llorar. Obviamente la grabadora no funcionó. Y hoy tampoco, cuando la prendo antes de empezar a conversar con Gioconda Belli. No puede ser, caballero, no puede ser…». Sí. Lo es. La grabadora nunca arrancó. Nadie da con el chiste. Nada que hacer. Zoraya saca unas hojas de su carpeta llena de papeles y me las extiende junto a un esfero rojo. Ni modo, tocó escribir. Gioconda, con su sonrisa del pasado y del presente, me dice: «No te preocupés, voy a hablar despacio. Tomá esta pluma, es más suave, escribe mejor…». Así empezó nuestro encuentro para hablar de la lectura, la poesía y lo demás. La que habla es la Gioconda:

«Mi abuelo materno, Francisco Pereira, era autodidacta. Sabía de todo y tenía memoria fotográfica. Cuando pasábamos vacaciones en la playa nos llevaba, a mis hermanos y a mí, montones de libros… Recuerdo unas ediciones de Julio Verne en dos columnas. Me lo leí todo. Me encantaban sus personajes, como tejía las historias… Viaje al centro de la tierra se nos convirtió en una obsesión a mí y a mi hermano. Había una montaña con un hoyo tapado con una piedra. Intentamos encontrar una entrada. También exploramos, con lámparas y todo, la «cueva del tigre». Lo que hallamos fue murciélagos. Mi papá me regaló El tesoro de la juventud. Me encantaba la mitología griega y romana. Devoré Mujercitas, Corazón… Después leí teatro, mi mamá era muy aficionada, era lectora, directora y actriz, fundadora del Teatro Experimental de Managua. Tuve hepatitis y pasé dos meses en cama. Comiendo helados y leyendo, era como estar en el cielo… Leí a Lope de Vega, Federico García lorca (ella montó La casa de Bernarda Alba), y a William Shakespeare a los catorce años (me encantaron Romeo y Julieta, El rey Lear, Julio César, ella recitaba el discurso de Marco Antonio de memoria: «¡Porque Bruto, como sabéis, era el ángel del César! ¡Juzgad, oh

Gioconda Belli
Gioconda Belli

dioses, con qué ternura le amaba César!». Después me leí Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Mi mamá me lo tenía prohibido. Me impresionó muchísimo esa idea de hacer niños, de los betas y deltas, donde decir «madre» era una mala palabra… En el internado, en España, leí La Celestina. No me gustó. También a Charles Dickens. Me sentía como una huérfana. Oliver Twist y David Copperfield me fascinaron. También Los miserables de Victor Hugo. Me sumergía en la lectura. Lo que más me gusta es sentir que a mí me están pasando las cosas. Yo era una niña callada y quieta. Los fines de semana me sentaba con un arrume de libros. Los devoraba. Siempre buscaba la manera de seguir leyendo (cuando apagaban la luz me metía debajo de las cobijas con una linterna). Leía rapidísimo. Mi mamá, muchas veces, me preguntaba asustada: «¿Ya terminaste?». En los Estados Unidos estudié una carrera técnica: periodismo y publicidad. Después empecé a leer novela gótica. Leí a Jane Austen, a las Brontë, Daphne du Maurier… Hasta que llegué a Edgar Allan Poe. Sus personajes, sus ambientes, no me dejaban dormir después de leerlo, me daba terror… Ligeia nunca se me olvidará. Regresé a Nicaragua y me casé. Seguí leyendo. Ciencia ficción, literatura fantástica, literatura erótica (por llamar de alguna forma aquellas novelas de Jacqueline Susan y Harold Robbins) y best sellers: Leon Uris, Alister Maclean. Después vinieron Arthur Conan Doyle y Agatha Christie. Cuando conocí al «poeta», mi mentor intelectual, empecé a leer a los latinoamericanos… Me decía: «Tenés que leer a Juan Rulfo, a Carlos Fuentes…», y yo me iba a una librería a buscar sus libros. Pedro Páramo me dejó alucinada. Qué novela más extraordinaria, su mundo, los diálogos, el tiempo. De Fuentes me fascinaron La región más transparente y Aura. Con Mario Vargas Llosa me sucedió algo curioso. No podía leer sus novelas. No me atrapan. Lo amo como ensayista. La orgía perpetua y García Márquez Historia de un deicidio son mis preferidos. Me gustó, recuerdo, La guerra del fin del mundo. Tengo ganas de leer algún día La tía Julia y el escribidor. De Julio Cortázar, por el contrario, me enamoré desde la primera línea de Rayuela: «¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua…». Un amigo me dijo que la leyera sin seguir el tablero de dirección. Después lo he hecho saltando, salteando y de todas las maneras habidas y por haber. Tiene momentos magistrales: el concierto de Berthe Trépat, la muerte de Rocamadour, el episodio del tablón, el capítulo siete… «Hay ríos metafísicos», él era mi Dios. Lo conocí el día que llegué al exilio en Costa Rica. Se presentaba en el Teatro Nacional. Dejé mis maletas y me fui a verlo. Sergio Ramírez me lo presentó. Después fuimos jurados del premio Casa de las Américas en 1981. Durante un mes estuvimos juntos. Ahí empezó la amistad. Le gustaban mis poemas, decía que sentía «envidia de los poetas»: «¡Pero si vos sos un poeta, che!», le gritaba. En mi ejemplar de Rayuela escribió: «Para Gioconda, quien contrariamente a lo que suele suceder salió del cielo para llegar a la tierra». Una obra maestra de la literatura erótica es su texto «Tu más profunda piel» (de Último round). Releo de cuando en cuando sus cuentos. Para mí Rayuela es lo máximo. Cien años de soledad también me deslumbró totalmente. A Gabriel García Márquez lo conocí en La Habana, bajo un aguacero, antes del triunfo de la revolución. Íbamos corriendo para la guagua. En Cien años de soledad me escribió: «Para Gioconda desde todo yo, Gabo». Con El amor en los tiempos del cólera me pasó que llegué al final y no quería que se acabara. Siempre que estoy escribiendo me «acompaña» un escritor. En Waslala me leí Faulkner (soy optimista y tengo algo de ingenua, me cuesta mucho la tragedia, el «pathos», esta lectura me ayudó a profundizar, a meterme más en los personajes). Virginia Woolf en La mujer habitada. En Sofía de los presagios, Howard Phillips Lovecraft. Ahora que lo pienso siempre leí poesía: el Siglo de oro, Rubén Darío, Pablo Neruda… Se me empezaron a ocurrir cosas: estaba en un lugar y llegaba un verso. Ahí empecé a escribir. Me indigesté de poesía. Rosario Castellanos, Juana de Ibarbourou, Miguel Hernández, Jorge Luis Borges (tiene uno de los poemas de amor más hermosos de la literatura: «El amenazado»). Muchos nicaragüenses: Carlos Martínez Rivas, Joaquín Rivas (tiene un verso precioso: «Es preciso que levantes la mano derecha para llevarme un recuerdo de árbol…»), Alfonso Cortés («Un pedazo de azul tiene la intensidad de todo el cielo»), Ernesto Cardenal, José Coronel Urtecho (su «Pequeña biografía de mi mujer» es maravillosa), Pablo Antonio Cuadra, Ernesto Mejía Sánchez… De ahí «mamé» la poesía. Centroamericanos leí, también, a Roque Dalton, Otto René Castillo, Ana María Rodas (sus Poemas de la izquierda erótica), Claribel Alegría, nuestra Emily Dickinson… Walt Whitman, León Felipe, T.S. Eliot (en sus Cuatro cuartetos encuentro siempre algo nuevo, «un montón de niveles metafísicos», como diría Cortázar). Juan Gelman me encanta. Hay algunos a los que llamo «poetas gatillos»: cada vez que leía, por ejemplo a Mario Benedetti, escribía. Me ponía en un estado poético. Pablo Neruda y Octavio Paz, por el contrario, se me meten en el cuerpo. Después de leerlos no puedo escribir. Tengo que esperar. ¿Qué es la poesía?: la caja de Pandora. Es una cuerda de guitarra que uno tiene adentro, está callada y hay algo que hace que esa cuerda vibre, la vibración es un eco que empieza a invadir todo el cuerpo, no la podés resistir y tenés que escribirla. Hay una reacción física: me agarra y me acelera el corazón. Es un aliento…».

Esto fue lo que pude anotar, apenas, a toda velocidad, intentando seguir el ritmo de sus palabras, los desvíos de sus recuerdos, los silencios de sus miradas. Lo que jamás podrá estar es el sonido de su voz, como cantando al oído, como si hablara sólo para vos, su sonrisa enigmática y el ardor de su mirada cuando recuerda un poema hermoso y lo recita y lo recita… Después de leer un poema de Gioconda Belli no somos los mismos, algo nos pasó. Lo que siguió después me lo guardo, fue una conversación larga, larguísima, acompañados por Patricia Miranda, sobre todo y lo demás: desde las series de televisión gringas hasta el clima, almorzando lentamente, siguiendo sus recomendaciones, tomando dos y más cafés, andando por las calles de la Candelaria, mientras atardecía y llegaba la hora de emprender el camino al aeropuerto y decirle antes de entrar a inmigración: «Adiós, Gioconda…muchas gracias…fue un placer estar contigo» y que ella nos diga: «Gracias, Álvaro, nunca me habían hecho una entrevista como la tuya: un recorrido por mis lecturas y mi vida». Y lo que es mejor: sin grabadora. Lo otro está en el corazón. Me queda también su paraguas negro con puntos rojos, se lo guardé en mi mochila y no lo devolví.

Alvaro Castillo Granada.

Santafé de Bogotá, Mayo de 2005.