Poesia

Granizo y Cerezas

Ramón Cote Baraibar

Todo sucedió en la primera semana de marzo

cuando por fin cayeron las cerezas.

Y no cayeron por maduras, por redondas, por rotundas,

cayeron por culpa del granizo y su inexplicable cólera.

Después de la tormenta, sobre la compacta blancura del parque,

empezaron a brotar aquí y allá

mínimas manchas de color púrpura,

como si fuera el vestido nupcial de una novia apuñalada.

Fue tanta la prohibición de febrero y la excesiva codicia

entre las altas ramas, las que provocaron esa avalancha de niños

a quienes no les importó cortarse los labios con esa nieve de vidrio

con tal de poder reventar su piel entre los dientes.

Cuando pasados los años alguien les pregunte

por el definitivo sabor que los devuelve a la infancia,

no dudarán en decir que el sabor de las cerezas,

el sabor a venganza que tenían esas cerezas heladas,

y enseguida añadirán que todo sucedió en un lejano marzo,

en su primera semana, después de una tormenta,

cuando el granizo del parque se fue tiñendo de rojo,

como después su vaho, como las puntas de sus dedos,

como también su memoria, desangrándose, ahora al recordarlo.

Welcome to Chile: Vicente Huidobro, o el viaje en parasubidas

Vicente Huidobro fotografiado por Arp
Vicente Huidobro fotografiado por Arp

Encontrarse con la obra de Vicente Huidobro, dentro de la poesía latinoamericana en general y chilena en particular, significa descubrir al que fue un autor completamente dedicado al estudio y práctica de la literatura, y a la constante innovación dentro de ésta. Su obra más conocida (no sé realmente si “reconocida”) es, sin duda Altazor, o el viaje en paracaídas, quizás porque refleja el punto máximo de desarrollo del estilo denominado CREACIONISMO, del cual es fundador y que se deriva, principalmente, de su encuentro con el movimiento vanguardista, cuando viaja a París y, básicamente, al deseo, personal, de expresarse desde otro tipo de lenguaje poético. Pero vamos por partes. Qué hace diferente a Huidobro?. Para eso, quizás sea necesario establecer su ritmo de vida, itinerante y no exento de polémica y su carácter, no rebelde, pero sí “desfasado”, “desubicado”, dentro de los parámetros literarios e incluso sociales de la época. Nacido el 10 de Enero de 1893, en Santiago, Vicente García-Huidobro Fernández, fue hijo de una aristocrática familia, dueña de viñedos y otros negocios. Su madre era escritora y no es extraño que ella haya sido una importante influencia, para el temprano encuentro de Huidobro con la literatura. De joven estudió en un Colegio de Sacerdotes Jesuitas, de los cuales se expresaría después en Pasando y Pasando, en términos que no denotaban mucha simpatía. En 1916 se traslada a París, Junto a su familia, a donde llega en medio del segundo momento del modernismo latinoamericano y en pleno desarrollo del movimiento vanguardista europeo, que más tarde se encargaría de exportar a la lengua castellana y a Latinoamérica. Antes de llegar a París, en ese mismo año, publica su primer libro Ecuatorial y Poemas Árticos, que ya presentaban los indicios de una propuesta creacionista.

En la década del 20, presenta una agitada actividad, en diferentes géneros literarios. En 1923, fúnda el movimiento CREACION, y publica Finnis Britannia, pero finge un secuestro, en el que culpa a los agentes británicos, pero al verse descubierta la farsa, regresa a Chile en 1925 y se involucra estrechamente con el Partido Comunista y es candidato a la presidencia, pero un nuevo escándalo en 1926, lo hará regresar a Paris. En esa ocasión, se trató de una confesión amorosa a través de un poema publicado en un diario en Semana Santa; la mujer de la que se enamoró, resultó ser una colegiala de 15 años, hija de un personaje público. De París se trasladó a Nueva York, en donde gana un premio de diez mil dólares, para adaptar al cine su novela Cagliostro. Entonces hace amistad con una cantidad de estrellas de cine y publica también su novela Mio Cid Campeador, una de sus mejores obras.

Es en la década de 1930 que llega su época de mayor productividad literaria, marcada por la publicación de Altazor, o el viaje en paracaídas, en 1931, en diferentes diarios chilenos y argentinos y después como libro. En 1935, Huidobro patrocinó la más polémica antología de poesía que se haya editado en Chile y quizás en Latinoamérica. De autoría del biógrafo y escritor VOLODIA TEITELBOIM y del poeta EDUARDO ANGUITA, la ANTOLOGIA DE LA POESÍA CHILENA NUEVA, puso a más de uno en jaque y encendió más de un grito de reclamo y rechazo. En 1944 fue corresponsal en la Segunda Guerra Mundial y en 1948, muere de un derrame cerebral. Si bien en asuntos de política y en algunos aspectos literarios Huidobro fue irreverente y polémico, se debe reconocer que su trabajo fue siempre innovador y se caracterizó por la diversidad y la exploración de nuevos estilos y formas de expresión.

 

EL CREACIONISMO: PURA INVENSION.

Retrato de Huidobro por Picasso

Hacia 1916, ya Huidobro tenía una clara idea de lo que el Creacionismo significaba para él. Ese estilo representaba la forma de cumplir un deseo que desde muy joven afloró en él; la posibilidad de romper con todo lo establecido hasta el momento dentro del género poético. La ruptura con todas las formas establecidas en la época. El propio poeta ya lo habría expresado, al decir “Odio lo cliché, lo retórico, la rutina”. Es por eso que sus primeras obras Ecuatorial y Poemas Articos, publicados en 1918, ya estaba provistos de la esencia creacionista. El creacionismo puede definirse como la creación de un mundo paralelo, absolutamente independiente del real, en el que el poeta no es sujeto de la inspiración, ni un mero vehículo que exterioriza ideas, o sentimientos. Por el contrario, el poeta es un sujeto conciente de su escritura, la controla, posee y domina técnicas estéticas. Al referirse al creacionismo, Huidobro aseveró que no había ideado nada nuevo, no por lo menos una teoría que deseara imponer. En su libro Manifestes, publicado en 1925, y que es un compilado de sus principales artículos y textos, hay uno en particular llamado EL CREACIONISMO, en el que Huidobro explica que esta teoría estética la venía elaborando desde 1912, que está presente en obras anteriores. En este mismo texto del libro, Huidobro entrega su propio análisis del poema creacionista: “El poema creacionista se compone de imágenes creadas, de conceptos creados; no escatima ningún elemento de la poesía tradicional, salvo que en él dichos elementos son íntegramente inventados, sin preocuparse en absoluto de la realidad ni de la veracidad anteriores al acto de realización”. Lo cierto es que en su momento, Huidobro fue un innovador y se convirtió en el primer Vanguardista Latinoamericano y por supuesto, el primero en idioma castellano.

 

ALTAZOR, O EL VIAJE EN PARACAIDAS.

Tapa de Altazor

Sin duda no se es el mismo cuando se lee el Altazor de Huidobro. Y no soy la única que lo cree, puesto que ya varios poetas me han expresado la marca tan importante de esta obra dentro de sus lecturas. Compuesta de siete cantos y un prólogo en prosa, Altazor parte de la base de tratarse de un viaje, pero un viaje cuya finalidad puede ser interpretada de las más diversas formas. Puede tratarse de un reconocimiento del espacio literario recorrido como poeta de su autor, o del espacio de vida recorrido como persona. El viaje literario, está reflejado principalmente en la forma de construcción de a obra. En el prólogo, Altazor se define a sí mismo, como autor. El primer canto muestra un Altazor de versos clarísimos en significado para el lector, en donde aún no aflora, muy marcadamente, el estilo creacionista que Huidobro ideara. El Segundo Canto, es descrito por la crítica en general, como un extenso poema de amor. Pero más que eso, es un reconocimiento a la mujer amada, una admiración profunda, y tierna, del ser que se ama, vista desde todos los ángulos que puede verse a un ser e identificada con todos los sueños que un hombre anhela identificar en una mujer. Ya en el tercer canto, se impone la presencia del estilo Creacionista, en donde Altazor reflexiona con palabras de su invención, con un significado, que individualmente es más fonético que semántico, pero que en conjunto, halla la interpretación de las impresiones de Altazor, en su viaje en paracaídas. Al llegar al Séptimo canto, el lenguaje se ha tornado completamente nuevo y de significación musical.

Pero además de ser un libro que condensa el proceso de Huidobro hacia el Creacionismo, también refleja la caída de un hombre, desde el cielo, o, la subida desde la tierra. Altazor es el cúmulo de recuerdos de humanos, de un ser que no parece serlo, una especie de ángel o un ser de características similares a un ángel, que no solamente cae, como ser, como ente, a través del espacio sideral, sino que cae como ser dentro de sí mismo, en un viaje interior,

Entrevista con Óscar Hahn

En esta ocasión, quiero dar la bienvenida a uno de los mejores poetas chilenos, perteneciente a la generación del 60. De la mano de Oscar Hahn, llegan juntos la fantasía, el amor y la muerte en la forma de una de las poesías más interesantes del Siglo XX. Bienvenido.

PRIMERA PARTE:

METODOLOGIA DEL POETA.

En varias ocasiones usted ha dicho que la poesía llega en forma de apariciones, incluso en lugares un tanto incómodos

Oscar Hahn
Oscar Hahn

para darles materialización inmediata, pero a su vez también ha planteado que la poesía sea como una obra de arte y de la importancia de que el poeta se maneje dentro de aspectos más técnicos de la literatura… ¿De qué manera puede conjugar usted esos dos aspectos tan diferentes en la construcción de la poesía?

Los dos factores que usted menciona son fundamentales en mi trabajo poético. Las apariciones son el lado oculto, imprevisible, ajeno a mi voluntad. Si las apariciones no se presentan, no tengo pista de lanzamiento para que el poema despegue. En cambio, cuando se presentan, ellas mismas me instalan en la ruta que debe seguir el poema. En este punto interviene mi conciencia estética, que va orientando al texto por el camino deseable, siempre dentro de una concepción del poema como obra de arte.

Y esas apariciones, son así de repentinas y misteriosas, o en algunas ocasiones <<algo>> las ha sugestionado?

En general surgen sin que yo pueda establecer la causa de la aparición, pero ha habido casos en los que he podido determinar su origen. Por ejemplo, uno de mis poemas recientes, “Esperando el ascensor”, fue activado por una escena de una película. No es que después de verla yo hubiera decidido escribir un poema, sino que la aparición se presentó inmediatamente después de la escena, de manera súbita. Y algo para meditar: en esa escena del film no hay ningún ascensor.

¿Recuerda cómo fue la primera aparición que lo asaltó?

Yo había escrito varios poemas muy voluntaristas, porque pensaba que así funcionaba la poesía: hoy día me voy a sentar a escribir sobre esto o aquello. Pero algo en mi interior me dijo que esos poemas no eran logrados y los tiré a la basura. Entonces pensé que la poesía no era lo mío. Un día que estaba en cama enfermo me visitó la primera aparición, que terminó siendo el poema “Reencarnación de los carniceros”. Ahí descubrí que lo que más juicioso era tener paciencia y esperar que las apariciones surgieran solas.

Desde hace muchísimos años usted vive en Iowa, y si bien es cierto que se puede escribir desde cualquier parte, ¿nota alguna diferencia de lo escrito en Chile, cuando su residencia estaba fija en ese país, de lo que ha creado fuera de él?

Vivir en el extranjero me ha proporcionado una cierta distancia con respecto al lenguaje que utilizo. Esto ha posibilitado que note ciertas características o detalles estilísticos del castellano o del español de Chile que puedo usar en mis poemas. Ese es un aspecto. El otro es que dejé de percibirme sólo en el contexto de la poesía chilena, lo que era muy limitante, y empecé a situarme en el contexto de la poesía universal. De este modo se amplió mi radio de preferencias. Por último hay algo obvio: para bien o para mal, las experiencias y vivencias que uno tiene en otro país no son las mismas que tiene en el país natal e incluso contribuyen a modificar la percepción de las experiencias del pasado.

Cuál considera que es el cambio más significativo en su trayectoria poética, en todos estos años.

Parece que he ido pasando desde una expresión más o menos barroca a una expresión más directa y sin burocracia verbal. También observo un preocupación mayor por el orden en que aparecen las distintas unidades que hay adentro del poema. Esto ocurre quizás por influencia del montaje cinematográfico.

SEGUNDA PARTE:

DE INFLUENCIAS Y PEDAGOGÍA

En su poesía se conjugan influencias de épocas muy diversas. De repente existen aires de la Edad Media, de repente aparece el Siglo de Oro y de pronto se manifiestan influencias de Elvis Presley, de cultura pop, beat… ¿Siente que algo en particular lo atrae más? ¿Alguna voz de una de esas épocas lo llama con más fuerza?

Una vez Enrique Lihn dijo que mi poema “Gladiolos junto al mar” era un soneto gongorino, pero que no podría haber sido escrito por Góngora. Es decir, aunque uno tome elementos de la tradición, siempre resultan filtrados por el poeta de hoy. Todo confluye en el presente, de modo que la llamada tradición puede coexistir perfectamente con la modernidad. Lo moderno o posmoderno, creo yo, no se refiere a la procedencia de los materiales que uno utiliza, sino a una singular visión del mundo y del lenguaje.

Si pudiera describir su trayecto en la poesía, mencionando poesía y autores que lo han influenciado, a través del tiempo desde comenzó a escribir, hasta hoy día, ¿qué quedaría finalmente?

Si me limitara solamente a las influencias que provienen de la poesía, estaría dando una impresión muy parcializada de lo que es mi mundo poético. Pero vamos por partes. Algunos autores serían los poetas medievales espanoles, San Juan de la Cruz, algunos barrocos como Góngora y Quevedo; luego Rimbaud, T. S. Eliot , César Vallejo, y en un lugar muy destacado, no la poesía, sino la narrativa fantástica. Pero también están el cine, la pintura, la música clásica, el jazz y el rock.

De qué cree que carece la poesía actualmente, qué le gustaría leer de este tiempo que vivimos.

Hay varios factores que influyen negativamente en la percepción de la poesía, o mejor dicho, que alienan al lector en cuanto tal. Uno de esos factores es el excesivo énfasis que se le está dando a la figura del autor real, a expensas de la obra, y que se aproxima bastante al culto a la personalidad. La figura del poeta como farandulero es cada vez más predominante. Nos estamos acercando al punto en que para ser considerado poeta ya no se necesitará haber escrito poemas, sino hacer el papel de poeta, según el libreto que impone la farándula: el loco, el alcohólico, el maldito, el muerto prematuro, el marginado, aunque sus poemas sean mediocres. Todo esto ocurre con la complicidad de los críticos, cuya función en la actualidad no es orientar a los lectores sino desorientarlos.

Cómo profesor de una universidad tan prestigiosa como la de Iowa, ¿se ha impuesto alguna meta particular con respecto a sus alumnos?

Yo tengo un principio muy claro con respecto a los poetas que estudio en mis cursos, y ese principio es el pluralismo. A diferencia de algunos poetas-profesores, que sólo incluyen a autores que son afines a su propia poética, yo incluso muestro propuestas que a mí, personalmente, no me atraen, pero que han cumplido una función significativa en el desarrollo de la poesía. Es decir, trato de poner una gran variedad de cartas sobre la mesa y dejar que los alumnos elijan.

TERCERA PARTE

SIMBOLOS, IRREVERENCIA y ENSAYO

Su poesía, tiene, a mi parecer, una gran carga de símbolos, para llamar al amor, para insinuar la sensualidad, para la muerte, la mujer… Cuando identifico esa particularidad, me asalta una duda, esa simbología ¿es un recurso para dar un toque fantástico a la poesía? O bien hace parte de una exteriorización de dudas y la búsqueda personal de formas acercarse a la muerte, o definir el amor o expresarse sobre el sexo (búsquedas que podrían ser suyas como autor o las del lector común y corriente)

Pienso que los símbolos, cuando obedecen a motivaciones profundas, emergen por su cuenta y sin la manipulación del autor. Yo nunca me he propuesto poner símbolos en mis poemas. En cambio, lo más probable es que los elementos fantásticos provengan de mi trato con la narrativa fantástica. En cuanto al amor y al erotismo, no creo que tengan un origen meramente literario. Cuando aparecen en mis poemas, siempre hay detrás un estrato vivencial.

También dijo alguna vez que no le gustaba casi tener que asistir a leer en público su obra y que lo hacía más por cumplir con los requerimientos de promoción de la editorial. ¿Cómo prefiere que sea la relación con sus lectores?

Así es. Yo preferiría no tener que aparecer en público. No veo por qué tendría que relacionarme con mis lectores como persona real. Mi relación con ellos es a través de mis textos. Quiero pensar que el doble mío que habla en mis poemas tiene mucho más que decir que el individuo real que escribe los poemas.

Tengo entendido que alguna vez la crítica fue muy dura con usted y lo censuraron porque en uno de sus libros, los versos fueron bastante expresivos, especialmente sensuales. ¿Siente que es un poeta irreverente? ¿Hay alguna atracción especial en serlo o en intentar serlo?

Seguramente usted se refiere a la prohibición de Mal de amor en 1981, por la dictadura de Pinochet y no a los críticos. En efecto, el libro fue censurado por el gobierno. No solo no he buscado ser irreverente, sino que hasta ahora mismo ignoro la razón real de la censura. El poeta español Luis García Montero planteó esto muy bien cuando dijo que yo era “un poeta sin miedos”. En poesía hago lo que tengo que hacer, sin pensar en el qué dirán o en el establishment literario o religioso o político. No sé si eso significa ser irreverente.

Usted ha elaborado ensayos y estudios críticos sobre otros autores como Borges, Huidobro, Lihn, ¿alguno en particular le ha resultado más complicado a la hora de hablar sobre él?

Es curioso, porque así, a priori, parecería que el más complicado fue Borges. Pero no: fue un cuento de Enrique Lihn que se llama “Huacho y Pochocha”. El fundamento teórico de ese texto es muy sutil y bastante difícil de explicar, ya que pone en jaque una serie de ideas preconcebidas sobre el realismo en literatura.

CUARTA PARTE:

ALGUNAS PREFERENCIAS

 

El poema suyo que le es más especial y por qué:

Quizás “La muerte es una buena maestra”, porque aunque a ratos parece un texto fantástico, está basado en la experiencia real de haber estado yo mismo al borde de la muerte.

El libro de su autoría que más le gusta y por qué:

No tengo ninguna preferencia. Cada uno de mis libros tiene su razón de ser en la historia de mi vida y de mi poesía.

Su poeta chileno preferido:

Hay varios, pero si se trata de nombrar a uno solo, elijo a Enrique Lihn.

Sobre qué o quien ha querido escribir alguna vez y no lo ha logrado

Sobre “Piedra de sol”, el gran poema amoroso de Octavio Paz.

Su inclinación más fuerte, por el ensayo o la poesía:

Bueno, la poesía, porque es como mi sexto sentido; el ensayo, en cambio, es más que nada una necesidad profesional.

¿Todavía es consumidor de sopas Campbell? (según lo dice en su poema TELEVIDENTE) ¿cuál es su favorita?

Sigo siendo un pésimo cocinero, así que todavía dependo de las sopas Campbell. La que más me gusta es la crema de champiñones.

Usted fue amigo cercano de Rodrigo Lira, poeta chileno que está muy presente en este blog. Qué es lo que más recuerda de él, como poeta, o como amigo, o cualquier cosa.

Recuerdo ese recital mío en el que un joven desconocido me preguntó al final: “Usted una vez suscribió las siguientes palabras de Rimbaud: Quiero llegar a ser poeta y trabajo para conseguirlo. ¿Sigue pensando lo mismo?”. “Así es”, respondí. Y él dijo: “Pues bien, quiero decirle que ya lo consiguió”. Ese joven resultó ser Rodrigo Lira. Me acuerdo también que Rodrigo me acompanó una vez a una entrevista que me hicieron en la revista La Bicicleta, y aunque no era uno de los entrevistadores, de vez en cuando hacía acotaciones muy lúcidas sobre mi poesía.

Y la última:

Le gusta una mujer y un amigo en común de ambos le dice que el secreto para conquistarla es regalarle un libro, en lugar de flores, en la primera invitación a salir que le haga. Decidido a hacerlo ¿Cuál cree que sería el libro ideal para lograr la conquista?

Nunca he visto a la mujer como una especie de castillo que uno tiene que conquistar, pero si usted me pone entre la espada y la pared, yo le regalaría Para vivir un gran amor de Vinicius de Moraes.

Entrevista con Ramón Cote Baraibar

Poemas para una fosa común, fue tu primer libro, y en el prólogo dices que «la fosa común» son los recuerdos. En el 83, cuando este libro fue publicado por primera vez, tú tenías solo 20 años. ¿Qué podía haber en esa «fosa común» a tan temprana edad, que dio lugar a los poemas del libro?

Pedro Cote.
Ramón Cote Baraibar. Foto: Pedro Cote.

Ese es el dilema. En el prólogo que escribí para la reedición de mi primer libro comenté que habría sido una falacia llamarlo Hábito del tiempo, como inicialmente se titulaba, por los pocos años que tenía y que llamarlo Fosa común se acercaba a lo que quería decir, olvidando que estaba dejando un dato por fuera, un matiz que podría pasar por político cuando lo que intentaba era todo lo contrario. De manera que a los veinte años uno también ya tiene recuerdos y uno sabe que muchos de ellos son insalvables, o al contrario, los recuerdos lo salvan a uno. En el caso específico de Fosa común, una gran parte de esos poemas los escribí cuando viajé a España en 1983 y por tanto quedaba atrás mi infancia y adolescencia colombiana. Al ver lo perdido, lo que solo era recuerdo, consideré que la memoria era un gran cementerio no de nombres sino de recuerdos anónimos, de fosas comunes. Además, Laura, ten en cuenta que mi padre murió cuando yo tenía año y medio, así que cuando uno nace con una ausencia, las presencias son más difíciles. Como dice Mark Strand, no escribo para encontrar un origen sino para compensar una pérdida.

Hay una especie de discusión en los poetas. Algunos dicen que puede existir una «musa» inspiradora, pero que no lo es todo para crear, también se necesita disciplina, compromiso. Otros por el contrario, creen que sí, que la poesía implica un «algo», esa musa inspiradora, que agarra en cualquier parte y hace surgir los versos. Tú qué dices?

Perdóname lo políticamente correcto de la respuesta pero creo que ambas condiciones son necesarias. Lo que me parece verdaderamente importante es que lo escrito, por causa de lo uno o de lo otro, mantenga un equilibrio exacto entre la

emocción, la reflexión y la escritura. No sé si recuerdas ese famoso ensayo de Auden en la Mano del teñidor -«Hacer, conocer, juzgar»- donde habla del Censor que todo escritor debe llevar dentro. Aún así, las musas deben ser oídas, como alguien quería, y también censuradas….

¿Cuál definirías como el poema más importante que has escrito. Y por qué?

Espero que me perdones el juego de palabras pero creo que cada época tiene su poema y cada poema tiene su época. Mira, alguien dijo alguna vez que uno antes de los veinte años debe escribir un gran poema, o al menos un buen poema, para poder seguir adelante. Y antes de los treinta y antes de los cuarenta. Recuerdo ahora la famosa frase de Delacroix según la cual un poeta a los veinte años es un joven de veinte años, mientras que un poeta a los cuarenta es un poeta.

Sé que todo lo que te he dicho anteriormente es para evitar contestarte, pero ya que me acosas tanto, me apuntas con el dedo cibernético, te diré que hay poemas con los cuales me siento muy a gusto: Carta rota, La soledad luminosa, y algunos de Colección privada como son los de Ginebra Benci, y el de Balthus.

También eres antologista. Ya en 1992 hiciste una antología de la joven poesía latinoamericana en Diez de ultramar. Y ahora preparas otra antología sobre poesía colombiana del siglo XX.  Y en tu antología personal, ¿cuáles son los autores que consideras más te han influenciado?

Eduardo Llanos me regaló una antología de la poesía chilena, editada en 1976, libro que todavía leo y releo, hecha por Jose Luis Martínez, si no me equivoco. Te lo cuento porque una de mis pasiones siempre han sido las antologías, no tanto como para llegar a los extremos maravillosos de Eduardo, a quien le conseguí un ejemplar de la Ultrantología, una antología del poema corto aparecida en Colombia en una edición de 300 ejemplares. Se la regalé con el gusto de que sabía que le estaba haciendo el mejor regalo del mundo. A los 18 descubrí una antología, bueno, dos, que me cambiaron la vida. La primera, la de la poesía norteamericana traducida por Cardenal y Coronel Urtecho, editada por Aguilar y la antología de la poesía nicaragüense, ésta publicada por el entonces llamado Instituto de Cultura Hispánica. No quiero detenerme en nombres pero es imposible no hacerlo… Mira, para mi Eliot, Sandburg, Laughlin, Stevens, MacLeish, W C Williams, Lowell se me clavaron en la mente como arpones. Y como lo mejor de toda antología es lo que sigue a continuación, es decir, la búsqueda individual de cada poeta, pude constatar que ese impacto inicial perduraba en sus libros. Y de los nicaragüenses, mira, hay un poeta olvidado que se llama Joaquín Pasos que es extraordinario. Su Canto a la guerra de cosas es maravilloso. Bueno, ni qué decir tiene cuando le seguí la pista a Pablo Antonio Cuadra, a Ernesto Mejía Sánchez y descubrí después a Carlos Martínez Rivas. Qué poetas, por favor!!

Y ya que me tiras de la lengua desde el ciberespacio pues te diré que Neruda, en mis inicios fue fundacional para mi, como más tarde lo fue Huidobro. Creo que todo poeta se divide en antes de leer Altazor y después de leer Altazor. Y, por otra parte, el descubrimiento, así lo fue para mi, de la poesía de Alvaro Mutis, fue una de las experiencias más decisivas y generosas y fructíferas de toda mi vida. Saber que el surrealismo no estaba en las calles de París sino en los hangares olvidados de los ríos colombianos fue algo que todavía me conmueve, saber que se podía hacer poesía con el paisaje, con la destrucción, o al revés, comprender que todo eso está repleto, rebosante de poesía. Saber que la palabra «zinc» es tan importante -y poética- como cualquier otra. Lo importante es encontrarle el lugar donde ponerla. El lugar exacto. Lee el Nocturno de Mutis y verás. «Las gotas sobre el zinc de los tejados…»

Bueno, creo que se me fue la mano, y eso que todavía no te he hablado de otra de las grandes influencias que he tenido: la generación española del 50. Me marcó y me marca, me emocionó y me emocionan, poemas de Claudio Rodríguez, de Gil de Biedma, de Barral, de Jose Angel Valente. Sobre todos los dos primeros son los poetas que creo haber leído más en mi vida. Mejor no sigo porque los que están leyendo esto se van a aburrir…  Te debo Elytis, Gamoneda, Simic, Paz, Sánchez Peláez, Enrique Molina, Strand, Teillier…

¿Me adelantarías algún nombre incluido dentro de la antología que estás trabajando para Editorial Visor?

Pedro Cote.
Foto: Pedro Cote.

Mira, lo que me pides es absolutamente imposible. Te cuento la anécdota de un poeta colombiano de los 50´s, Fernando Arbeláez, quien en 1964 hizo una excelente antología de la poesía colombiana. Veinte años más tarde alguien le preguntó la razón por la cual él vivía desde hacía tanto tiempo en Estados Unidos. Entonces Arbeláez contestó: «¿Se acuerdan que en 1964 hice una antología de la poesía colombiana…? Pues eso».

Si te los llegara a adelantar sería preciso contar con una carta firmada por notario en la cual me asegures tú que una vez «develada» la lista me recibirás en tu casa, me alimentarás durante tres años seguidos, saldrás a comprar los bombillos para la lámpara donde leeré hasta que la cólera de los compatriotas amaine… Así que ya sabes: si te los digo debes prepararte porque en abril te llego a Santiago con mis bártulos…

Oye, Laura, otra cosa. Y esta antología es, como todas las de la colección, esencial. De manera que se llamará Antología esencial de la poesía colombiana del siglo XX. Este trabajo será el tercer número de la colección que bajo el sello de La Estafeta del viento, como sabes la revista de la Casa de América, publicará en los próximos meses la editorial Visor. Ya han salido las antologías de Venezuela y de Chile, a propósito, excelente trabajo, hecha por Julio Espinosa Guerra. Me da tristeza reconocer que desconocía muchos nombres, pero me alegra saber todo lo que me espera cuando tire del hilo de cada uno.

¿Quién o quiénes crees que son los poetas de Latinoamérica más importantes para su historia literaria?

Te digo los que ya te mencioné: Mutis, Enrique Molina, Sánchez Peláez, Teillier, poeta este que he empezado a leer desde hace unos cinco años y me parece extraordinario. Y en esa lista hay que mencionar a Borges, Blanca Varela, Eielson, Paz, Villaurrutia, Hahn, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, Gelman.

Alguna vez me veía enfrentada a una discusión, en donde me decían que el hacer poesía y que la literatura en general, no podían contribuir en nada a especialmente a Colombia, un país con una situación tan compleja, que no tiene para cuando acabar. Son oficios mirados en menos. ¿Qué piensas acerca de la posible contribución social que pueda tener o no la literatura en general, en un país como Colombia?

Tu pregunta es compleja y por lo tanto la respuesta también lo será. Pero vamos por partes. No creo que la poesía en Colombia sea un oficio menor o no tenido en cuenta. He tenido la fortuna de estar dos veces en el Festival de Poesía de Medellín y las elogiosas palabras de Gonzalo Rojas se quedan cortas, he dictado talleres y conferencias, he dado lecturas en muchas partes de mi país con una convocatoria siempre impresionante, conmovedora, algo que nunca vi ni de lejos en España o Italia, o en Estados Unidos. Eso por un lado. Por el otro, me parece mucho mejor que la poesía no tenga ningún papel en el cambio de la sociedad porque dejaría de ser poesía y se convertiría en una herramienta de algo, perdiendo su pureza y su esencia.

Es muy curioso, Laura, que te digan que la poesía no puede contribuir en cambiar nada en Colombia, como si las personas que te lo preguntaran supieran cómo hacerlo. Me gustaría saber cómo ellos han contribuido y qué eficacia han tenido, para considerar a las artes en general como una condenadas.

–        Si pudieras ser un poeta, serías… Blaise Cendrars

–         Si pudieras ser una poetisa, serías… Safo (qué delicia sería el vivir al menos un día en Lesbos!!!!)

–         Si pudieras ser un poema, serías… Dygnum Est, de Elytis

–         Si pudieras ser uno de tus poemas, serías… Expedición Botánica

–         Si pudieras ser un libro de poemas, serías… Residencia en la tierra

–         Si pudieras ser un lugar de Colombia, serías… Barú

Y la última

Te gusta una mujer y un amigo en común de ambos te dice que el secreto para conquistarla es regalarle un libro, en lugar de flores, en la primera invitación a salir que le hagas. Decidido a hacerlo ¿Cuál crees que sería el libro ideal para lograr la conquista?

«Las personas del verbo», de Jaime Gil de Biedma, sin pensarlo dos veces y sin lugar a dudas. Allí hay de todo: amor, pasión, sexo, camas, moteles, pero también viajes, lunas, estados de ánimo que coinciden con las etapas sinuosas del enamoramiento. Se respira una libertad, un cierto feliz libertinaje, acompañado por una demoledora inteligencia y una sensibilidad siempre contenida pero con alto sentido de la carnalidad. Como lo recuerda en uno de sus poemas, siguiendo a John Donne, que el misterio del mundo es el espíritu, pero el cuerpo es el lugar donde se le lee. Y esa autocompasión fingida no era más que un disfraz para enamorar, tal como el propio GdBiedma lo confesó al decir que él empezó escribiendo poesía para divertirse y que le fue cogiendo el gusto hasta que se convirtió en una adicción, para lo cual tuvo que inventarse un personaje inteligente, guapo y bebedor llamado Jaime Gil de Biedma.

Selección Poética (III)

PABLO ARMANDO FERNANDEZ: LA IMPOSIBILIDAD DE SER PIEDRA

Hace muchos años, cuando empecé a notar que sería escritora por siempre, me aboqué con más fuerza a la lectura, pues instintiva e inconscientemente me parecía que escribir no era lo mismo, si uno no tenía un completísimo bagaje de lecturas. Entonces comencé una  clasificación personalizada de la literatura y en ocasiones, deben reconocerlo todos los que leen indiscriminadamente, uno se forma en la mente una especie de base de datos, con información puntual de obras y autores. Y finalmente, se recuerda con mucha claridad el hecho principal de la obra, el autor y en línea directa a este, vinculamos su nacionalidad. Así, uno parece un barco sin destino, y va caminando, según la nacionalidad de los autores, por todo el mundo, hasta los lugares más insospechados. Primero, recorrí Europa y gran parte de Latinoamérica. Francia, Inglaterra, Italia, España… Argentina, Perú, alguna, la de los autores es suficiente para meterlo todo en la misma maleta. Así, si uno lee a Dumas y a Verne, está leyendo literatura francesa del siglo XIX, si uno lee a Stendal y a Joyce, está leyendo literatura inglesa del siglo XIX, si uno lee a Cortázar y a Borges, está leyendo literatura argentina de los sesenta, o el famoso BOOM. Y uno se cree que ha conquistado el mundo, que ha sobrepasado las fronteras más importantes, a través del maravilloso mundo de la palabra. Y de verdad puede ser así, pero no es del todo así. Hay lugares que llegan de  repente, insospechados, mágicos, con sorprendentes autores. Es así, como un día, en el lugar que Borges comparó con el paraíso, es decir, la Biblioteca, un autor me miró desde el lomo de su libro y no pude relacionar su nombre con ninguna nacionalidad. De donde entonces? Claro! Me estaba perdiendo de una isla, cuya literatura, aún no se había presentado ante mí y que descubrí con muchísimo agrado. El autor era nada más y nada menos que Guillermo Cabrera Infante. Quedé fascinada. Esa era literatura cubana. Me convertí entonces en una asidua de sus autores. Años después, llega un segundo Pablo después de Neruda. Me refiero a Pablo Armando Fernández, y su libro “De piedras y palabras”. Con la curiosidad del autor que es aún nuevo para el lector, la primera impresión que me suscitó este libro fue de un profundo regocijo. Cada verso, claramente, tiene el propósito de no tener propósito alguno y hacer de su lectura, un acto puro de placer. Cada poema de “De piedras y  palabras”, parece el fragmento de un mensaje que han puesto en una botella, en busca de  algún paseante de playa que lo interprete. Sin mbargo, no a cualquier costa llega una botella tal. De piedras y   palabras, ha sido construido como una suerte de bitácora o itinerario del autor y dividido en cuatro partes, de las cuales la primera, contiene una selección de poesías que hace honor a su nombre: Libro de la vida. Finalmente me gustaría destacar en De piedras y palabras, la versatilidad narrativa que va de un poema a otro, imprimiendo una pequeña historia en cada uno, que es a su vez el reflejo de una inspiración inagotable y si se llega un poco más lejos con la interpretación, se puede ser testigo del crecimiento literario de un artista, al situar cada poema, en una línea de tiempo, conforme a la fecha que cada uno tiene. Desde 1952, hasta 1994, desde Delicias, hasta Nueva York, dejando una pequeña marca de ellos. Los versos, mensajes en la botella, recorren distintos tiempos, distintos lugares geográficos, distintas emociones.  En Chile, definitivamente, aún Pablo y Gabriela, esperan el hijo extraviado Pablo Armando Fernández. Y yo también, por supuesto.

MUESTRA DE LA OBRA DE PABLO ARMANDO FERNANDEZ

TOMADO DE: De Piedras y Palabras (Ediciones Unión 1999)

EN LO SECRETO DEL TRUENO

Para Cintio Vitier

Si uno pudiera, como quien juega o sueña
las secuencias del tiempo reordenar,
y pudiera acogerse a aquellos ciclos
que sólo nos inducen a aprender,
sabiamente sabríamos eludir
las ignominias de la sin razón.
Si uno pudiera a los juegos y sueños
atribuirles todo cuanto idearan
ingratitud, torpeza y mezquindad:
cardo y ortiga, zarza de triste vida
que roce y trato tornan defensivos.
También el corazón tiene sus mañas.
Como un reclamo de atención, a veces
uno puede faltarle a quienes ama:
una palabra, un gesto, cualquier impertinencia,
casi siempre de efecto ponzoñoso.
Suele confiarse a veces en que el daño
acerque al ofendido al ofensor.
No hay bien ni mal. Eso también se espera.
Ahora creo haber aprendido a conocer
ciertas turbias razones que a veces urde el corazón.

La Habana y Santafé de Bogotá, Octubre de 1993.

PABLO ARMANDO FERNANDEZ, nació en Delicias en 1930. Su obra narrativa incluye las novelas Los niños se despiden, Premio Casa de las Américas en 1968. El vientre del pez 1989; Otro golpe de dados, 1993, y el libro de cuentos El talismán y otras evocaciones 1995. Considerado como uno de los más relevantes poetas de su generación, entre sus libros sobresalen Salterio y lamentación, 1953; Toda la poesía, 1961; El libro de los héroes, 1964; Un sitio permanente, 1969, Aprendiendo a morir, 1983; Ronda del encantamiento, 1990; San Cugat Nocturne, 1995, y Libro de la vida 1990.

Selección Poética (II)

ROBERTO RUBIANO VARGAS: CUANDO LA POESÍA YA NO ES PEREGRINA

Relato del Peregrino, es la primera obra de poesía de Roberto Rubiano Vargas (Bogotá 1952), de quién solo había tenido anteriores referencias por su libro de cuentos “Gentecita del montón”. He dicho en mi anterior post, que tenía abandonada de mis lecturas a la poesía, y retomarla fue  glorioso. “Relato del Peregrino”, otro acierto de Ediciones San Librario, es una suma de pequeñas delicias para los sentidos. Lo he leído en una inevitable sensación urbana, sin poder relacionarla con el ruido y el caos de la capital (y hay que tener en cuenta que Santiago no es tan caótico), pero en esta obra es admirable la facultad del poeta, verdadero poeta, para emocionar, para conmover. La poesía no ha pasado de largo. Con un lenguaje pulcrísimo, con una sencilla indagación en el amor y con la experiencia maravillosa del ser que es peregrino dentro de sí mismo y que a su vez se convierte en el arte por medio de su poesía, Roberto Rubiano logra tender el puente entre el autor y el lector, puente fuerte, indestructible y lírico. Cuando la poesía ya no es peregrina, cuando deja de vagar por ahí, por librerías, (por la maleta de quién me la hizo llegar), está destinada a quedarse por siempre, soportando incluso esta forma urbana de lectura, que personalmente me trajo nostalgias, bellos recuerdos y el comienzo de un peregrinaje propio.

MUESTRA DE LA POESÍA DE ROBERTO RUBIANO VARGAS

Extraído de Relato del Peregrino

Déjà Vu

Las calles vacías
Niebla y un bar con el neón encendido
El cielo como una nube infinita
No recordaba si el sol era redondo
O el color de las estrellas
si lo tenían
Su sueño era el eco de esas calles
Una puerta pintada de verde
Que crujía aunque no había viento

Todo era quietud
Excepto sus pasos entre la niebla
Donde flotaba una estatua de bronce
Y edificios de otra época

Era una postal en blanco y negro y verde
Un correo venido de su infancia
No tenía muchos más recuerdos
Pero quería regresar allí
Aunque tampoco sabía para qué.

SOBRE ROBERTO RUBIANO VARGAS

Roberto Rubiano Vargas (Bogotá, 1952) Narrador y fotógrafo. Ha publicado los libros de cuentos Gentecita del montón (1981. Premio Nacional de Cuento Fundación Simón y Lola Guberek-Carlos Valencia Editores). El informe de Galves (1992, Premio Nacional de Cuento Ciudad de Bogotá), Fiebre (1995) y Vamos a matar al dragoneante Peláez (1999). La novela El anarquista jubilado (2001). Las novelas para jóvenes Una aventura en el papel ( 1998 ) y En la ciudad de los monstruos perdidos (1999). La selección de textos Alquimia del escritor (1999). Los libros de y sobre fotografía: Fotografía colombiana contemporánea (1978, coautor), Crónica de la fotografía en Colombia 1841 – 1948/ (1983, coautor), Anuncios de hojalata y la biografía Robert Capa. En 2005 publica Relato del peregrino primer relato de novelas

Selección Poética (I)

Comienzo el 2006 con poesía. Debo confesar que tenía muy abandonada la lectura de este género. Sin embargo, una maravillosa visita a Santiago de Álvaro Castillo Granada, me tendió un puente que me acercó de nuevo a la poesía.  De esa exquisita Selección Poética, Me referiré a cuatro autores, comenzando con Ramón Cote Baraibar y su libro Poemas para una fosa común.

SOBRE EDICIONES SAN LIBRARIO

Dos de los libros de poesía a los que me referiré, son ediciones realizadas por Ediciones San Librario. Y no puedo dejar de referirme a ese santo: San Librario. Originalmente, este es el nombre de la mejor Librería especializada en libros: “nuevos – viejos – raros”, como ellos se autodefinen. Uno de sus propietarios, Álvaro Castillo Granada, es miembro de honor de este Club. Lector de oficio, con carrera propia, y un librero, sin dudas, de corazón y sangre, que mantiene en este Templo de los Libros, una pasión viva, que es contagiosa. Después de varios años, erigida con prestigio, San Librario se ha aventurado a una prudente, pero exquisita serie de ediciones y reediciones, de autores, principalmente colombianos, que contempla dos tipos: Serie Sin Carátula y Serie Sin Ausencia. Sin duda, a corto plazo, Ediciones San Librario tendrá mayores demandas y ampliará su prestigio. Por el momento, su selección de obras, principalmente en los géneros de poesía y narrativa  corta, ha sido muy atinada. Quiero a través de este blog, felicitar a Álvaro y a Ediciones San Librario, por hacer este esfuerzo que yo interpreto como una extensión de la librería y, tan importante como ello, un homenaje para los autores y obras selectas que han publicado y que espero sigan publicando por muchos años más.

RAMON COTE BARAIBAR: DE RECUERDOS Y DE OLVIDOS

Ramón Cote Baraibar
Ramón Cote Baraibar

Sin imaginarlo, cuando Álvaro trajo a mí Poemas para una fosa común, del maravilloso poeta Ramón Cote Baraibar (Cúcuta, 1963), se encargó de hacerme un regalo por mi cumpleaños número 20. Resulta que hay un juego temporal que me tocó, coincidencialmente (o mágicamente), con esta obra. A los veinte años, Ramón Cote ya la había escrito y fue publicada originalmente en 1985, y veinte años después, Ediciones San Librario la  reedita por tercera vez, como apareció originalmente en 1985. Y los veinte de Ramón, hace veinte años, son ahora mis veinte. Y qué se supone que tiene que ver esto? La prueba de que ciertas obras pueden tansgredir los pasos del tiempo – e incluso muchos kilómetros de cordillera -. Definir Poemas para una fosa común no es sencillo. Y es que, más que poemas, lo que hay en este libro son pequeñ las narraciones líricas,  pequeñas cotidianidades y sentimientos, expresados desde una profunda introspección del autor, que al convertirlos en palabras, en líneas, en versos, hacen un cúmulo de nostalgias que, como su título lo indica, van a parar a una fosa común, esa conocemos como la memoria. En los primeros años de publicación y como el mismo Cote Baraibar lo indica, se pensó que con ese título, él quería dar a entender alguna idea política específica. Hoy, puede pensarse en un tema muy recurrente como la muerte. La verdad, es que Poemas para una fosa común, se constituye en un compendio de recuerdos y detalles humanos que no pueden dejarse por ahí desperdigados, que deben repasarse y masticarse de vez en cuando. Construida, seguramente, bajo la tácita influencia de Borges y tan libre como el estilo de sus versos, esta obra mantendrá los ecos de la memoria, de la soledad, del olvido, del amor, la vida y la muerte, muy seguramente, por otros veinte años más.

MUESTRA DE POEMAS PARA UNA FOSA COMUN

Blake, con bicicletas

Para observar la muerte así,
de ese modo, hace falta haber adquirido
previamente una absoluta irreverencia
o tener muy presente en la memoria
cierta temprana travesía,
para convencernos con resignación
de que las decisiones más importantes
nunca las tomamos nosotros.
Una lápida siempre se debate
entre la súplica y la réplica.
sobre la tuya
el amor te ha ido tiñendo
de un ámbar derretido, prófugo difícil.
No nos perteneces, aunque una piedra
se empeñe en representarte entre los hombres,
ni a los muertos, que sometías
con pájaros y cadenas cuando llegamos.
En esa línea donde todo desaparece

te sitúas para seguir permaneciendo.


Ramón Cote Baraibar nació en Cúcuta, Colombia, en 1963. Hijo del gran poeta colombiano Eduardo Cote Lamus, ha dado a conocer los poemarios Poemas para una fosa común (1984) y Poesía (1992), que lo revelan como un poeta de sorprendente madurez y de elevado tono. Informe sobre el estado de los trenes en la antigua estación de Delicias fue editado en Venezuela en la colección Pequeña Venecia, en un volumen que recoge buena parte de su trabajo. Ramón Cote ha estado desde muy joven vinculado al mundo cultural y diplomático. Es autor de una importante antología de joven poesía latinoamericana, Diez de ultramar, publicada por la Colección Visor en Madrid en 1992.