Don Rafael Pombo

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Fui a recorrer las librerías de viejo de San Diego (en el centro de Santiago) sólo porque tenía nostalgia de Tito, a quien puedo ver en contadísimas ocasiones y por unos pocos minutos. El caso es que terminé llevándome una sorpresa del tamaño de un buque, o más. Pequeñísimos detalles pueden remover un cementerio de recuerdos y revivir a los muertos – más que muertos, yo diría dormidos – que allí descansan. Detalles como un libro infantil en una librería de viejo, por ejemplo.