Entrevista a Pablo d’Ors
¿Cómo enfrentas dos vocaciones que pueden ser chocantes? Digo, la religiosa, con la creativa. ¿Cómo se desarrollan y como desarrollas ambas?
Mi vocación sacerdotal
Cuando experimenté la llamada de Dios (y me estremece escribir algo así porque no quisiera tomar el nombre de Dios en vano y porque todavía me maravilla como nada en el mundo que todo un Dios haya podido dirigirse a mí), tenía diecinueve años, era estudiante de Derecho y acababa de ver la película Gandhi, que cito porque en aquel tiempo yo tenía la pretensión de ser nada menos que como él. Fue una iluminación, un derribarme del caballo, y ello hasta el punto de que yo, que antes no había pensado nunca en ser un hombre de Iglesia, tuve a partir de ese instante la certeza íntima e irrefutable de que eso era exactamente lo que tenía que hacer. Más tarde hubo crisis, como no podía ser menos, pero nunca crisis de fe ni estrictamente vocacionales. Fueron más bien crisis de identidad y de relevancia, es decir, que versaban sobre quién era yo y cómo debía actuar. En el momento inicial, tan intenso, fue decisiva la intervención de un misionero filósofo llamado Antonio S. Orantos, en primero quien encontré a un maestro -todo un lujo- y, finalmente a un amigo. También influyó, y mucho, la lectura de El peregrino ruso, un libro de espiritualidad oriental.
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