Nostalgia del hielo

Nieve en otoño

Irène Némirovsky

Editorial Salamandra, 53 páginas.

 

Quizás la reflexión sobre este libro debe estar precedida por una aclaración muy honesta: me encantan los libros de Némirovsky y ocupa un lugar muy importante en mi biblioteca y en mi corazón. La voy leyendo de a pocos, un libro a la vez, como coleccionando joyas. Nieve en otoño es una nouvelle intensa y triste, características que son transversales en la obra de Némirovsky.

 

La historia es sencilla: Tatiana Ivanovna, una anciana ama de llaves de una familia acomodada de Rusia, se queda cuidando la destruida casa mientras sus patrones deben huir por causa de la revolución bolchevique. La mujer, fiel hasta los huesos, guarda en su vestimenta algunos diamantes con los que luego salvará el futuro de la familia puesto que los ayudará a emigrar (huirá) a Francia. Por supuesto, ella también los acompañará, es la niániechka. Ella los ama. Ellos (a veces) la aman.

 

Pero Tatiana no logra acomodarse a la nueva vida. Sufre y siente nostalgia del hielo. Su vida ha estado signada por el blanco infinito de la nieve y París es gris, no blanco. Eso la está consumiendo: necesita su vida de hielo, la única que le aporta, gran ironía, calidez a su corazón.

 

Creo que no hay una escritora más brillante de Némirovksy para narrar todas las historias posibles en las que uno erradamente cree que el protagonista es el personaje principal en el que se centra la historia, cuando lo cierto es que lo son las familias y su intimidad. Lo que pasa de puertas para adentro, lo que conversan, sufren y gozan en la vida cotidiana. Cada vez me convenzo más que la genialidad de Némirovsky radica ahí, en abrirnos la puerta de una casa cualquiera, de una familia cualquiera – aunque siempre se trata de familias de pasado esplendoroso, venidas a menos – para que hurguemos junto a ella en sus momentos estelares.

 

Sin ánimo de hilar muy fino, creo que Némirovsky entendió mejor que cualquiera cómo sacar máximo provecho literario de esa joya de principio que nos regaló Tolstói en Ana Karenina: realmente todas las familias infelices pueden serlo a su manera y Némirovsky encontró cómo narrarlas todas.

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